Deberes de la buena educación. Los paseos, reuniones y juegos.

Cuando se acompaña a una persona de edad en un paseo, se debe acomodar el paso al suyo.

Nuevo Manual de la Buena Sociedad o Guía de la Urbanidad y de la Buena Educación.

 

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En este artículo se trata de las relaciones más habituales de la sociedad. Una respetuosa y benevolente complacencia debe revestir estas relaciones de la mayor atención.

Los paseos en la ciudad o en el campo, según las diferentes horas del día.

Los paseos de señoras, o de caballeros solamente; los que se hacen con numerosa compañía; aquellos en que se encuentran niños y ancianos, todos ellos tienen sus conveniencias. Para los primeros, no se exige sino un traje sencillo, al paso que para los segundos es preciso atenerse a la elegancia que la costumbre señala. En la tercera y cuarta clase cabe la alegría y aún la familiaridad; mientras que en los paseos que se componen de señoras y caballeros, se debe hacer siempre sentir el respeto de una parte y la reserva de la otra. En este último caso los caballeros deben ofrecer el brazo a las señoras, separando con la mayor diligencia cuantos obstáculos encontrasen a su paso, llevando en la mano el libro o sombrilla que tenga la señora, y oponiendo una cortés insistencia en caso de negativa.

Si el paseo se prolonga, y se convierte en una gira de campo, se debe variar de compañía de vez en cuando para hacerse agradable a todos.

Cuando se acompaña a una persona de edad en un paseo, se debe acomodar el paso al suyo y procurar evitarle toda fatiga sin dar por eso a este cuidado las apariencias de la compasión. Cuando en una gira de campo es mayor el número de señoras que el de caballeros, éstos deben ofrecer con preferencia el brazo a las señoras de más edad y distinción, y antes a las señoras que a las señoritas.

Conducid vuestra compañía por la parte que parezca agradarla mas, y guardaros de contrariarla en sus gustos y deseos.

Cuando la ocasión se presente ofrecedla asiento y no insistáis desde el momento que indique su deseo de continuar el paseo. Si se acepta vuestra invitación y las sillas no se hallan en bastante número, las señoras deben sentarse, y los caballeros permanecer de pie. En un jardín o parque público, por lo general, no faltan sillas y a los caballeros incumbe hacerlas traer cuando no hay bastantes, satisfaciendo su precio o alquiler.

Si se presentan vendedores de ramilletes, es preciso ofrecer flores a las señoras, sin insistir caso que rehusen, a menos que la vendedora importune tanto que sea necesario comprarla alguno para librarlas de ella. Cuando se encuentra a una señora con sus niños, se les debe besar y comprar alguna cosa, si pasan vendedores de juguetes, o de dulces. A las madres toca oponerse a esto.

Hay también urbanidad que observar con las personas desconocidas que se encuentran en el paseo. Es preciso guardarse de llamar su atención con risas inmoderadas, y prohibirse esas libertades a que uno se puede entregar en un jardín particular. Caminar cantando y saltando, sería exponerse a observaciones muy poco favorables. Evitad también, con el mayor cuidado, siquiera las apariencias de que escucháis la conversación de las personas que caminan cerca de vosotros.

No se debe adelantar jamás a la persona a quien se acompaña y luego que se detiene debe imitársela parándose a considerar lo que llama su atención. Si se acerca algún mendigo debéis adelantaros a socorrerle a fin de que la persona con quien se va no sea importunada por él.

Cuando se pasea en un jardin particular y la sociedad es numerosa, se puede uno separar y formar grupos, pero es conveniente volver de tiempo en tiempo al centro de la sociedad. Si el dueño de la casa o alguna persona de consideración os invita a dar una vuelta, tened cuidado de darle la derecha, como lado de más honor. Si vais en compañía de dos personas distinguidas, no os coloquéis en el centro pues es el puesto de más distinción, después va el del lado derecho, y el tercero es el de la izquierda.

Debe tenerse también el mayor cuidado, en la elección de puesto cuando el paseo es en carruaje debiendo ceder los primeros a las señoras y personas distinguidas. La persona de más consideración sube la primera, y se coloca a la derecha en el fondo, enseguida pasa otro a ocupar el fondo del lado izquierdo, la tercera se coloca en frente del primer puesto, y la cuarta en frente de la segunda. Si no hay lacayo el caballero acompañante es quien presta todos sus servicios a las señoras.