¿Qué es la urbanidad? Parte cuarta

La urbanidad, aunque tan poco importante en apariencia, es la mas difícil de todas las ciencias

Urbanidad y Buenas Maneras para el uso de la juventud de ambos sexos.

 

¿Qué es la urbanidad?. Urbanidad. Cómo comportarse acorde a los buenos modales foto base Li Wubin - Unsplash

¿Qué es la urbanidad? Cómo comportarse acorde a los buenos modales

Aquella urbanidad

Madres de familia, a quienes está encomendada la sagrada misión de formar para el bien las tiernas almas de vuestros niños, grabad en su corazón las máximas sublimes del Evangelio, porque serán cual la savia que alimenta y vivifica el tallo de las flores; pero enseñadles también asiduamente la urbanidad, porque será el riego que de a sus hojas su esplendente lozanía.

A vosotras toca especialmente este cuidado, porque para que un hombre sea verdaderamente urbano y de un proceder fino y delicado, necesita formar sus hábitos desde que empieza a balbucear las primeras silabas.

¿En qué consiste que un rico improvisado siempre comete mil torpezas y nunca puede adquirir buenos modales ? ¿en qué consiste que el noble, desheredado por la fortuna, ostenta debajo de sus andrajos las maneras del buen tono?

La urbanidad no es un privilegio

Se ha repetido mucho que esto consistía en el privilegio de una noble cuna, y el vulgo marcaba esta diferencia entre la aristocracia y la plebe, designando a la primera con el dictado de sangre azul.

Yo creo firmemente que esta linea divisoria la traza solo la urbanidad; pero no esa urbanidad ficticia que adquiere el hijo de padres groseros, puesto a los ocho años en el mejor y más aristocrático colegio, no, sino esa urbanidad que solo enseñan las madres, que se bebe por decirlo así con su leche, y que empezamos a practicar desde que abrimos nuestros ojos a la luz del día. Cuando el niño no puede articular ninguna palabra, cuando no acierta a darse razón de lo que mira, ve, sin embargo, y aquellas primeras imágenes se graban en su tierna mente con caracteres que no se borran nunca.

He aquí, para mi modo de ver, la gravísima falta que comete una madre al entregar sus niños a personas groseras y mercenarias. ¡Ah! ¿qué importa que después os afanéis por darles una educación escogida? Podrán hacer brillantes adelantos en la ciencia o en las artes; pero nunca serán urbanos, porque la urbanidad y la finura solo la podéis enseñar vosotras; solo vosotras haréis que sean una verdad, y no una vana apariencia, hija del estudio.

Hay sin embargo naturalezas privilegiadas que nacen con esa exquisita delicadeza, pero son como las flores exóticas que descuellan a veces en el desierto, y no puede basarse sobre ellas una tesis general.

La urbanidad, aunque tan poco importante en apariencia, es la mas difícil de todas las ciencias, supuesto que se necesita aprenderla desde la más tierna infancia, para adquirir ese no sé qué elegante que marca con un sello de distinción todas nuestras palabras y acciones.

La gran importancia de enseñar urbanidad y buenas maneras

"La urbanidad marca con un sello de distinción todas nuestras palabras y acciones"

Madres, pues ya debéis comprender toda la trascendencia que encierran mis consejos, no os descuidéis en hacer que vuestros niños sean corteses, pues con esto os atraeréis las bendiciones de la patria, a quien podréis presentar hijos amantes de sus deberes, de sus leyes, de su esplendor; de Dios, a quien ofreceréis corazones benignos, piadosos, amantes; y a la humanidad, que verá en ellos los dignos propagadores de caridad, benevolencia y tolerancia. Y si, por vuestra desdicha, vuestros hijos educados en la virtud, cediesen a sus malévolos instintos y se extraviasen en la senda del vicio, nunca ofenderán el pudor de la sociedad con su cinismo, ni hollarán a la religión con su imprudencia, ni añadirán a sus desaciertos el escandaloso alarde de una conducta depravada.

Si no son hombres honrados, procurarán aparentarlo, y no cubrirán de baldón vuestro nombre sin mancilla.

Y, aun más, si vuestros hijos tuviesen un corazón desnaturalizado, si no os amasen, al menos cubrirán su desvío con el velo aparente del respeto, y no tendréis que avergonzaros por su público desprecio.

Por deber, por amor, y por propio interés, madres, haced a vuestros hijos corteses, y ojalá que, si escucháis mis débiles ruegos, bendigais mi nombre cuando yo haya dejado de existir, al recoger abundantes frutos producidos por mis consejos.

Convencida, pues, de la suma importancia de la urbanidad en el mundo moral, empezaré por considerarla como agente, móvil y distintivo de una conducta piadosa y morigerada.