Lección sobre los modales. Parte II.

Cuando tengas autoridad o derecho para mandar a otros hombres y verás que las órdenes que expidieres con señorío y dulzura al mismo tiempo serán con agrado y aplauso recibidas.

Lecciones de Mundo y de Crianza. Cartas de Milord Chesterfield. 1816.

 

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Los modales.

Yo no sé una regla tan generalmente útil y necesaria en todas ocasiones como el unir la cortesía de modales con la entereza de genio, porque la primera sola degeneraría y caería en una tímida complacencia o en una baja sumisión; si no fuese sostenida y ennoblecida por esta otra, la cual también llegaría a ser impetuosidad y barbarie si no fuese templada y suavizada por aquella; y esto es lo que debe obligarlas a andar siempre juntas. El hombre colérico con el espíritu exaltado, desprecia la primera y piensa llevarlo todo adelante con la segunda; esto alguna vez, por gran casualidad, podrá salirle bien cuando por ejemplo se encuentre con un tímido o un pobre de espíritu; pero en general, lo que le sucederá es chocar, ofender y quedar odiado o tal vez chascado; el falso lisonjero toma la vereda contraria creyendo lograr todos sus fines a fuerza de cortesías y buen modo; y así apropia y acomoda las cosas a el genio y gusto de cada sujeto, aparenta tanta docilidad que adopta servilmente la opinión del que habla y es un aprobador de todo y de todos si es menester; pero solo consigue ganar la estimación de los simples porque de los demás es conocido muy pronto y despreciado con vilipendio. No sucede así al hombre de peso que mezcla la dulzura de sus modales con la entereza de su genio.

Las ventajas que resultan de la unión de estas dos cualidades, son tan visibles, como frecuentes; observa pues cuando tengas autoridad o derecho para mandar a otros hombres y verás que las órdenes que expidieres con señorío y dulzura al mismo tiempo serán con agrado y aplauso recibidas, y voluntaria, pronta y perfectamente obedecidas; pero si las dieres con un mal modo, con rencor o con despotismo, las interpretarán cuanto peor se pueda, para descontentarse al ejecutarlas; porque así como una dura e importuna resolución, ofende al amor propio, exigiendo un sacrificio forzado de la libertad, del mismo modo una caballerosa insinuación obliga a la más sumisa obediencia, y casi desmiente la inferioridad del súbdito.

Cuando pidas un favor o solicites algo que deba ser tuyo, estudia antes mucho el modo de representar tu instancia; por no exponerte a que el sujeto que te haya de servir, indignado de tu altanería, se encapriche en negártela; o ensoberbecido con tu humillación te menosprecie; porque no es siempre la justicia el principal y verdadero móvil de las decisiones de los hombres, y menos de los que están en puestos eminentes, por estar acostumbrados, como los cirujanos a ver y oír las desgracias y miserias de los otros, y saber muchas veces que han sido aparentes solo para engañar y mover; por consiguiente debes aplicar otros esfuerzos más eficaces que los de mera justicia y humanidad para sacar tu partido; ya empeñando los corazones con caballerosidad y ternura; ya empujando a su desidia con fáciles y claras demostraciones, y hasta con importuna tenacidad; ya por último, metiendo miedo con una intimación de tu entereza, y con el tesón de tu empeño. Este es el único camino que yo sé para llegar a verse en el mundo amado con respeto, y temido sin odio; y esta es la dignidad de carácter a que debe aspirar todo hombre.

"Evita con mucho cuidado y con muy buen modo que los enemigos de tus amigos y dependientes lo sean también tuyos"

Si el temperamento de tu genio es tan pronto que, sin querer, se te sueltan expresiones duras, sea con tus iguales o inferiores o superiores, ten grandísimo cuidado de reprimirlas; ya endulzando tus palabras con gracia; ya serenando tu semblante para que no lean la conmoción de tu pecho, o ya guardando silencio hasta que se temple aquel primer impulso de tu pasión. Pero evita, igualmente, que la demasiada complacencia, la franqueza del genio y el débil deseo de agradar por parte tuya, o la falsa lisonja y la seductora adulación por parte de los demás, pueda nunca hacerte ceder ni una jota de aquel punto que la razón y la prudencia te hayan prescrito; resístete siempre con firmeza, insiste, persevera y verás al fin como tu vences; porque el injusto y el insensible abusan de la tímida condescendencia, atropellan a la cobarde humillación; pero cuando se sostiene uno con entereza y resolución, siempre es respetado, y generalmente con buen éxito.

La firmeza de tu carácter y de tu palabra, verás que no es menos útil en las amistades, que en las enemistades; pues si en este caso te libra de personas incómodas, en aquel te convidará y atraerá más de las que tu desees; evita con mucho cuidado y con muy buen modo que los enemigos de tus amigos y dependientes lo sean también tuyos; y al mismo tiempo que procures desarmar a tus enemigos con modales caballerosos, hazles igualmente sentir tu justo resentimiento; porque hay gran diferencia del obrar con malicia, que siempre es indigno al defenderse cara a cara, que es cosa muy noble, prudente y justificable.

Algunos no pueden conseguir consigo mismos el ser francos; o a lo menos políticos con aquellos que son sus rivales, competidores o contrarios, aun cuando fuera de aquellas circunstancias les quieran y aprecien; no saben disimularles una inadvertencia ni un aparte con otro concurrente, y se agarran de un pelo para echárselo encima; de tal manera que de contrarios que eran en solo un asunto, pasan a hacerse absolutamente enemigos; lo que a la verdad no solo no hace favor al declarante, sino que es perjudicial para el punto principal que ordinariamente se decide a favor del prudente, político y juicioso. En tales circunstancias lo mejor es que seas muy afable, cortés y sereno con el hombre, cuyos designios quieras desconcertar, y oirás que te llaman corazón generoso y magnánimo; no siendo todo ello más que prudencia y política; pero muchas veces el modo es tan importante como el asunto, y hay veces que aún es más; tanto que un favor puede hacerlo un enemigo y una ofensa un amigo, según el diferente modo de hacerlo; por último te digo que la caballerosidad de modales con entereza de genio, es una definición o descripción corta, pero cabal de la humana perfección en la parte de los deberes de la buena crianza.