Reglas de cortesía y buenos modales para las niñas. V.

Reglas sencillas de cortesía, de buenos modales y de instrucción para las niñas.

Reglas sencillas de cortesía, de buenos modales y de instrucción para las niñas.

 

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Reglas de cortesía y buenos modales para las niñas.

53. ¿Cómo tratará a sus criados y dependientes?

No trate a los criados, dependientes o inferiores con dureza u orgullo, sino con afabilidad y hasta con respeto según su edad o circunstancias, pues de este modo será de ellos respetada.

54. ¿Cómo se portará con ellos?

No les mande sino lo necesario, pero sin altivez ni capricho; disimule sus fallas, y si fueren graves divúlguelas a sus padres o superiores, pues no le toca a la niña el reprender. Tampoco se familiarice demasiado con los domésticos, porque tampoco de este modo será respetada de ellos.

55. ¿Cómo corregirá a sus compañeras?

Si se viere en la precisión de corregir a otra niña o compañera por alguna mala acción, hágalo a solas con suavidad, con cariño, con deseo de que se corrija. ¡Oh! ¡cuán eficaz será una corrección tan blanda!

56. ¿Y en cuanto al espionaje?

Evite sobre todo el espionaje con sus compañeras, o la delación oculta de sus faltas; nada más feo en toda persona bien educada. Solo en faltas de grande trascendencia puede tolerarse y aun a veces ser obligatoria la delación. Pero como puede preocuparse, mejor será que lo consulte antes a sus propios padres.

57. ¿Qué me diréis de la vanidad y sus especies?

La vanidad. He aquí la moneda más corriente en el comercio del mundo. Guárdese la niña de ser vanidosa, ni por la alcurnia, ni por la riqueza, ni por el talento.

58. ¿Qué sobre la vanidad de alcurnia?

Nada más necio a los ojos de la sana razón que el envanecerse tan solo por haber nacido noble. La nobleza sin la virtud o sin el mérito personal, lejos de elevar la persona, la rebaja, formando miserable contraste entre lo que es y lo que debiera ser.

59. ¿Qué es la nobleza sin la virtud ni el mérito personal?

Nada más odioso que ese aire de superioridad con que se hincha una persona que nada vale por sí propia sino por sus antepasados. Así como una cuna ilustre da realce a las bellas calidades de una persona, pone más en relieve su nulidad. Sin el valor personal la nobleza no es más que una antigualla que la marcha del siglo va despojando de su prestigio.

60. ¿Se envanecerá por la riqueza?

No es menos insensato el envanecerse por las riquezas y más aun por las riquezas que no se han adquirido. Verdad es que el oro es el ídolo del siglo; pero la niña que se engríe por ser rica ni merece ser amada ni ser feliz. Hallará sí adoradores del oro que posee, pero carecerá de quien la estime por lo que vale.

61. ¿Se envanecerá por la opulencia?

Si Dios la ha favorecido dándole opulencia, no debe tener más ambición que la de ser bienhechora, socorrer al desgraciado, enjugar las lágrimas del desvalido. Entonces tendrá derecho a ser querida y admirada, pero no a envanecerse.

62. ¿Puede envanecerse por el talento?

Se dirá que el talento es un mérito más personal; que la instrucción es un valor adquirido por los esfuerzos del pensamiento. Pero la vanidad, especialmente en las mujeres, desvirtúa y deslustra lo uno y la otra. Nada más insoportable, nada más ridículo que los humos de una sabidilla. La vanidad empequeñece las más elevadas prendas así del cuerpo como del espíritu.

63. ¿Y qué diremos de la belleza?

Nada diré de la belleza. Don del cielo, como las demás, flor efímera que puede marchitarse con un soplo, recibe todo su valor de la humildad del que la posee. Cuanto más ignorada del mismo que la tiene, más sube de quilates. Envanecerse por la hermosura supone un espíritu muy ligero y limitado, y es después con el tiempo la miseria más general en las mujeres.

64. ¿Qué ventajas tiene la humildad en una niña?

La humildad es, además de una virtud cristiana, una prenda eminente de cortesanía y de atractivo irresistible en el trato social. La niña humilde será dócil, será deferente, será bienechora, será complaciente con todos. De aquí el fondo de todas las virtudes y de la verdadera urbanidad. Todo lo demás o es orgullo o hipocresía.

65. ¿Es compatible la humildad con el sentimiento de nuestra dignidad propia?

La humildad es muy compatible con el sentimiento de la dignidad personal. No es lo mismo humillarse que envilecerse. Nadie más humilde que Jesucristo; nadie conservó más admirablemente la dignidad de su persona, aun en medio de las mayores ignominias.