Estimada Mercedes:
Permítame que participe en este diálogo entre usted y doña Ana: no puedo dejar de resaltar que con su modestia y sencillez ya tiene usted más de la mitad de la batalla ganada.
Aprender cosas nuevas, aunque sean pautas de comportamiento y saber estar, es algo absolutamente necesario, no sólo para usted, sino para todos nosotros: el que crea que ya ha visto todo y que no tiene nada que aprender, está perdido. Así que no crea que está usted sola en este aprendizaje, porque hasta las personas de elevada condición pueden y deben aprender algo nuevo cada día, siempre y cuando tengan eso que a usted le sobra: la modestia y la sencillez. ¿Cómo va a tener alguien disposición a aprender si cree saberlo todo?
No se preocupe, que por ahí hay varios leguleyos del "Bon Ton" con ínfulas de Petronio "Arbiter Elegantiarun", muy mirados en su abolengo y rango, pero que se olvidaron que la auténtica nobleza radica en la MODESTIA.
Eran usos aristocráticos del siglo XVIII, entre otros, evitar llamar la atención: las señoras tomaban los últimos asientos en misa y en el teatro, y, en general, era mal visto caerse a codazos para tomar los primeros y más brillantes puestos. Se tenía por persona verdaderamente elegante a aquél que se comportaba con soltura en la Corte pero que también se podía acercar con naturalidad a los humildes. (Recordemos las enriquecedoras anécdotas de la irrepetible infanta Isabel de Borbón, hermana de SM don Alfonso XII, tan querida por el pueblo de Madrid, por su llaneza en el trato con la gente humilde.) Desde luego a nadie se le ocurría machacar hasta el cansancio que ostentaba un título nobiliario, y el que lo hacía era visto como un arribista. (Los jóvenes aristocratas estudiantes de Oxford y Cambridge acuñaron una palabra para denotarlos, muy bonita y redonda: "Snobs", esos que continuamente imitan usos aristocráticos pero que carecen de la nobleza de espíritu, que como le dije, radica en la Modestia.) Le he dado varias pistas de estos individuos, así, cuando los vea, los identifique y no se deje confundir. Al contrario, sienta conmiseración por ellos.
Finalmente, déjeme que la anime a buscar y a atacar los problemas que usted considere que le impidan llevar una vida social normal y agradable. A todos se nos presentan; y el asunto está en estar conscientes que necesitamos continua práctica y vigilancia de nuestras costumbres.
Disculpe la extensión de estas líneas,
Saludos,
Luis