Hola, María.
Yo creo que eso se debe a que la elegancia tiene algo de discreto y de comedido; la elegancia está reñida con llamar la atención, y las cosas novedosas, por correctas o buenas que sean, siempre son blanco de comentarios, positivos y negativos. No digo con esto que no se debe innovar, que soy 100% partidario de lo clásico (tengo 25 años y como es lógico me gustaría deshacer muchas costumbres antiguas y anacrónicas), pero es así... Dicho sea de paso, eso del vals lo detesto, me gustaría que cada pareja de novios abriera el baile con la canción que les dé la gana..., siempre que respete a los presentes y sin estridencias (no sería adecuado poner Heavy Metal a todo volumen justo en bodas, que por lo general están plagadas de abuelitas y tías que se derretirían viendo a su nieta/sobrina bailando el vals... ) así que es muy delicado y elegante no sólo pensar en uno mismo, sino en los invitados.
¿¿en qué quedamos??
Yo diría que un justo balance entre moderno y tardicional. Echemos abajo sólo las costumbres que nos parezcan más incómodas o ridículas.... Todo lo demás tradicional.
Saludos
Luis