Siempre he pensado que dar dinero a los novios es un detalle muy poco elegante, pero en este caso más vale apechugar con la costumbre.
Lo que ya es el colmo es que encima de dar el dichoso sobrecito, tengas que conducir 400 km para ir al pueblo de la novia, que está perdido en la Sierra de Culocabras, para una boda hortera que se celebra en una ermita cochambrosa, después ir a cenar al pueblo del novio en un mesón muy cutre, y luego encima irte a otro pueblo para pasar la noche en un hotel que por supuesto tienes que pagarte, pues no vas a darte la paliza del viaje de vuelta a Madrid por la noche, con varias copas de más, sin dormir ni cambiarte y sin darte una ducha.
El remate son las fotos y el video del crucero por el Caribe.
Si quereis mantener vuestras amistades, no les inviteis a vuestra boda.