Les escribo desde el país más laico del mundo.
Les digo que he leído con asombro lo que han escrito.
Si me permiten, les diré que los católicos besamos el anillo de un obispo. No lo hacemos ni por cortesía ni por respeto. Los que no son católicos pueden usar el saludo que deseen. Al besar el anillo manifestamos, con un gesto externo, que estamos unidos en la misma fe y que reconocemos en el obispo a un sucesor de los apóstoles.Los laicos no hincamos la rodilla izquierda. Eso es para los que son clérigos.
De todas maneras,todo obispo al extender su mano, sabe que le pueden besar el anillo o estrecharle la mano. Así se hizo cuando Benedicto XVI inauguró su pontificado. Cada representante de un Estado optó por el saludo más elevado, dentro de su cultura.
Si queda alguna duda, añado que se trata de un tema de fe. La que no crea o el que no crea, que no se haga problemas. Que salude con respeto, el mismo respeto que manifestaría a toda mujer y a todo hombre.