Si yo digo: "Los negros son inferiores a los blancos" y trato de dar razones, usted podrá rebatirlas, por demás, muy fácilmente. La cuestión es que, aquí, no suelen darse argumentos, sino tan sólo opiniones, afirmaciones; yo trato de explicar el porqué; dar razones que sostengan mis afirmaciones; y no suelen refutarse, contraargumentarse; se repite, meramente, la opinión, la afirmación, sin argumento que la sostenga.
Se ha explicado, por ejemplo, ¿por qué el marido de una infanta de España, con título de duquesa, es duque? No; se ha dicho, meramente, que sí es duque; y lo es, parece, porque sí, sin más argumento. Y ser, creerse o gustarse monárquico, no es argumento. Y se ha dicho, aun dando razones, que es una cursilería o una mamarrachada, sin siquiera dar razones que sostengan la opinión contraria. Esa es la cuestión de fondo y lo que verdaderamente debería preocupar; no si a Fulanito o Menganita se la tilda de tal o cual cosa.
Si no se saben dar razones, no se comprende lo que se ha memorizado en los manuales, aun por muy bien que se repita; y sería muy fácil contraargumentar o, cuando menos, matizar, pues que escribo a vuela pluma y, por ello, no pocas veces he sido inexacto; la naturaleza de los llamados títulos de la casa real, que no tienen tradición histórica, se desarrolla en un Real Decreto, que fácilmente puede consultarse; este Real Decreto ha sido ya estudiado por toda suerte de especialistas, y, si no todos, la mayoría conviene en la interpretación de su literalidad: títulos personales, graciables y vitalicios. Todo ello sostiene mi afirmación, que se ha tildado de cursilería, y cursilería -o mamarrachada, como también se ha escrito- es dicho propio de un cursi o de un mamarracho, lo que es tan grave -a mí me es francamente indiferente- como llamar "empleado bancario"; supongo, pues, Esther que usted no ha querido sino salir en defensa de todos y cada uno de nosotros; por lo que a mí me toca, se lo agradezco muchísimo, aun mensajes después de cursi y mamarracho; pero, al tiempo, le hago saber que no me importan esas cuestiones, sino los argumentos que sostengan las afirmaciones que se vierten; y, por ello, cuando algo me parezca una cursilería o una memez, lo seguiré diciendo; ser correcto apenas sí importa; lo que importa es poder ser correcto y, antes, qué es la corrección y por qué es corrección. Y esa "corrección" no siempre es apropiada, como la incorrección, a veces, es lo más apropiado; así, la vehemencia del rey.
Me extraña, con ser tan cuidadosos de estas cuestiones y estar tan a la actualidad, que se hayan comentado todavía la actitud de Chávez en Arabia Saudí; juraría que, antes de tomar la palabra, se santiguó; creo es una cuestión tan o más jugosa que la que aquí se ha traído.