El porqué (junto, por cierto):
Es más sencillo, Lidia: la cuchara se emplea únicamente para diluir el edulcurante, azúcar o sacarina; una vez diluido, se coloca en el platito, porque su función ha terminado, pues que no sirve para beber, sino para diluir.
Una cucharilla difícilmente puede vencer una taza; y, por la misma razón, tan "peligrosa" sería en la taza como en el platito, porque podría caerse y manchar. No, no es esta la razón. Es meramente funcional, y de sentido común.
De todos modos, habría que ver, por ejemplo, cómo desayunamos en la intimidad, si siempre observamos esta regla de tan "grande importancia"cuando nadie nos `ve´. Si se es tan puntilloso en estas cuestiones, y si son tan lamentables de ver, se supone que, en otros órdenes, somos igualmente probos. Es, por tanto, ridículo darle tanta importancia a una cuestión tan menor; es decir: se le debe dar la relevancia que tiene, y hacer examen de consciencia, porque todos, usted, yo y cualquiera, hemos pecado, siquiera en alguna ocasión, de aquello que tachamos.