La reformulo, María, porque plantear una pregunta no es negativo -ocurre que la fama me precede y, por tanto, la oculta:
Si la sociedad cambia, sus usos y costumbres deben dar satisfacción a todos y cada uno.
La sociedad española ha y está indudablemente cambiando, si no enteramente, una parte considerable de ella, y en muchos órdenes y sentidos y direcciones.
Por tanto, deben considerarse y aplicarse nuevos criterios, por ejemplo, cuanto a la distribución de los comensales en una mesa. Los criterios que te ofrecen podían valer para fines del XIX -aunque estos cambios sociales arranquen de entonces, si no de antes-, pero no para una mesa a la que se sientan hombres del siglo XXI.
Habrán mesas, por ejemplo, en que sea posible aplicarlos, pero también otras en que no sea posible y, por tanto, deben aplicarse otros sin temor ni rechazo algunos. Y estos, aquí, siquiera se contemplan, ya que se tiene en la cabeza únicamente un modelo de sociedad dieciochesca.
Los anfitriones, hoy, pueden ser dos hombres -o dos mujeres- y sus invitados parejas de genero distinto y del mismo genero. Parejas casadas y no casadas; parejas recientes; parejas de parejas; etc. Y es, solo, un ejemplo de muchos otros que podrían darse.
Las "normas" de Lidia valen y tienen vigencia, pero no son, como se pretende, universales, pues que no responden y dan satisfacción a toda la sociedad, sino a una parte de ella que en modo alguno puede imponerse sobre la(s) otra(s), que, por demás, no son mejores ni peores. Y este es el vedadero reto del protocolo y disciplinas y cuestiones relacionadas. Este y ningún otro.