Vivir juntos, María Belén, es convivir.
Si reprochas prudentemente la opinión de Lidia porque también sois "muchos" los que os casáis no habiendo antes convivido juntos (tú dices, confundiendo una cosa con otra, guardar la castidad), advierte que convivir juntos antes de casarse no significa el no haber guardado la castidad, como tú, identificándolas, aventuras, siendo cosas obviamente distintas, sin que de la una se infiera necesariamente la otra, aunque así lo prediquen ciertas prelaturas.
Es ciertamente 2008: la opción de María Belén es tan digna y legítima como muchas otras.
Pensar lo contrario es pecar de la misma intransigencia de que pecan aquellos -y no me refiero a ella particularmente- que censuran, so pretexto de moralidad, aquellas opciones que distan de las suyas.
Se trata de escoger "libremente" y, sobre todo, de respetar la elección de los demás, cualquiera que ésta sea, pero dentro de unos límites éticos y morales que no necesariamente han de corresponderse con los religiosos.
Y no faltaría una sino dos -el padre divorciado que participa la boda de su hijo(a)- o muchas otras -viudos, nuevamente casados, etcétera-. Supongo comprendes no era necesario exponer todos los supuestos que podrían darse.