Muchas gracias, seas quien seas. Si he tenido esa idea de comentarlo con los más allegados. Veremoas en que acaba. Gracias, de nuevo.

Recibir en casa es costoso, da trabajo y tiene sus riesgos.
Se pueden romper copas, manchar manteles, alfombras, tapicerías, y hasta quemar con cigarrillos cortinados...
Cuando imaginamos nuestra fiesta, tenemos que tener en cuenta que el número de invitados aumenta el riesgo, si son pocos y muy conocidos, podemos dejar la decoración de la casa como siempre, sin mover ni una banqueta.
Cuando el número de invitados es mayor, tenemos que hacer lugar para que circulen comodamente, y lo mejor es sacar algunos pequeños muebles.
Además retiramos todos lo objetos pequeños frágiles o de valor.
Pequeño es todo objeto que entre en el bolso de una señora o en el bolsillo de un señor.
Es muy desagradable el sabor que hemos abierto las puertas de nuestra casa a alguién que no merecía nuestra confianza.
Se puede comentar o no, la pitillera no volverá y la recordarán cada vez que vuelvan a recibir en casa.

No se ha tener mucho ni poco mundo sino sentido común y cierta picardía: dalo, Peter, por extraviado -no me atrevo a decir que hurtado-. Y, si no te resignas, coméntalo, una vez estés seguro de que fue hurtado, con algún compañero de confianza, siempre con toda prudencia. Y, por último, cuidate mucho de saber a quién invitas a tu casa, ya sean ladronzuelos, ya cleptómanos -quizás fue la mascota, o los churumbeles-.