La cortesía no es cierta ni incierta, Sara. Tampoco se debe o se deja de deber: no son normas sino usos sociales de cortesía propios de una sociedad en la que el hombre -proyeccion cultural- tiene preponderancia sobre la mujer -ídem-.
La cortesía -contra lo que se pretende- no necesariamente se ha de articular mediante estos usos, es decir, pueden concebirse tantas usos sociales de cortesía como sociedades se den. Y no cabe duda que muchos de ellos, actualmente, no responden a ciertas sociedades, no se corresponden con ellas, razón por la cual vienen decayendo, bien que todavía no se hayan substituido por otros.
Los usos de cortesía de que hablas, como expresión de una sociedad muy concreta, son como dices cuanto a la escalera, no cuanto a la entrada en un restaurante, que, por demás, no es el único lugar "desconocido" al que una mujer podría entrar.
La explicación de Lidia -y no es una crítica personal- revela muy claramente que su concepción de la cortesía se corresponden con una sociedad de "damas y caballeros" -no solamente diferencia entre hombres y mujeres, sino que estos son además hombres y mujeres de cierta posición social (damas y caballeros), es decir, cuyos usos y costumbres de cortesía se imponen a los de abajo, como suele ser usual-.
Obviamente, la sociedad a que se refiere es muy otra, y otra, por tanto, viene siendo su cortesía más allá de reducidos círculos y ambientes, nos guste o disguste, lo que no quiere decir que Lidia -solo ejemplifico en ella- deba cambiar sus concepciones ni que estas sean "mejores" o "peores": son solamente la expresión cultural de una sociedad en un lugar y en un tiempo.