Tiene razón, y no solo porque el fumar es a veces tan placentero como el comer sino porque la mayoría de las personas no tienen paladar, no degustan: pastan. Pensar y argumentar lo contrario, por mucho que venga en los manualitos, que recogen supuestos ideales que jamás se han dado, es una ingenuidad. Y, a veces, es incluso recomendable fumar entre platos para limpiarse el mal sabor de boca que ciertos menús, ciertas decoraciones, ciertas conversaciones y aun ciertos invitados y anfitriones dejan en ella.
Por demás, los invitados de unos anfitriones vegetarianos no necesariamente han de ser vegetarianos ni los anfitriones pueden pretender que lo sean; vale, pues, para fumadores, finos, groseros, cursis, beatos, cínicos, etc.