Fiesta del Señor San Andrés, patrón y abogado de la Orden del Toisón. Parte II.
Inciensa a Su Majestad el Capellán mayor, y al Príncipe o Infante, si le hay de la Orden, uno de los Capellanes de honor asistentes.
Fiesta del Señor San Andrés, patrón y abogado de la Orden del Toisón.
En haciendo la seña el Coro, empiezan las Vísperas solemnes.
Suélese poner en el Altar, en lugar de la Cruz, la flor de lis de Borgoña, con el Lignum Crucisy clavo de la cruz de Cristo, manto de Nuestra Señora y otras reliquias de grande estima que Su Majestad tiene en su guarda-joyas.
Estando allí estas reliquias no se cubre Su Majestad ni los demás.
Inciensa a Su Majestad el Capellán mayor, y al Príncipe o Infante, si le hay de la Orden, uno de los Capellanes de honor asistentes.
En acabándose las Vísperas y la bendición, al son de las chirimías sale Su Majestad de la Capilla con el mismo acompañamiento, y entran con Su Majestad los Reyes de armas hasta la antecámara pequeña, y los Caballeros del Toisón y Oficiales hasta la Cámara, donde se dividen en dos hileras, y al entrar Su Majestad en su aposento se despide, quitándose el sombrero, y lo mismo hace el Príncipe o Infante, si le hay, con que se da fin a las ceremonias de este día.
El día del Señor San Andrés no hay Capítulo, pero aguardan los Caballeros del Toisón y Oficiales en la antecámara.
Sale Su Majestad de la Capilla con el mismo acompañamiento que el día antes a las Vísperas, y la música de atabales y trompetas.
En la Capilla están todos en sus lugares.
Al ofertorio salen los Oficiales y Caballeros del Toisón de sus asientos, y los Mayordomos, y hechas sus reverencias, sale Su Majestad, y el Príncipe o Infante, de la cortina, para ofrecer.
Su Majestad se hinca de rodillas delante del Altar, en una almohada que le pone el Mayordomo mayor, y en su ausencia el Semanero, besa la patena que trae con ambas manos el Prelado, y ofrece una moneda de oro, que se la echa en una salva de plata el Príncipe o Infante, o el más antiguo de la Orden, y a él se la da el Canciller del Toisón, y al Canciller el ayuda de Oratorio.
Acabado el Ofertorio, Su Majestad se vuelve a la cortina, donde le acompañan todos.
Luego sale el Príncipe o Infante, y con las mismas ceremonias que Su Majestad, ofrece otra moneda de oro, que le da en una salva el Canciller del Toisón. Los demás Caballeros ofrecen por su antigüedad.
Asisten en la Capilla el Capellán mayor y Prelados, y los Capellanes de honor en sus lugares, como suelen.
Acabada la Misa, que se celebra con mucha música y solemnidad, sale Su Majestad de la Capilla y vuelve a su aposento con el mismo acompañamiento, guardas, música, trompetas y atabales, y se despide de los Caballeros en la cámara, como el día antes.
El día de San Andrés por la tarde sale Su Majestad como Soberano a Vísperas de Difuntos, que es la Constitución de la Orden, vestido de negro, y el día siguiente a la Misa con el mismo acompañamiento, sin trompetas, atabales ni ministriles.
El Altar está cerrado, y el ornamento y aderezo de Pontifical ha de ser negro. Celebra el Oficio el Capellán mayor u otro Prelado. La cortina, silla y sitial de Su Majestad, y el de los Caballeros, ha de ser negra. Los cirios del Altar y hachas de pajes, y velas que se dan a los Capellanes y cantores, han de ser amarillas.
Celébranse las Vísperas, Nocturno y Laudes con mucha solemnidad y música, y acabado, sale Su Majestad para su cuarto con el mismo acompañamiento, y se despide de los Caballeros en la Cámara, como el día antes.
Otro día después de San Andrés, se celebra la Misa de Difuntos, y sale a ella Su Majestad por los corredores con el acompañamiento y en la forma que a las Vísperas, y en la Capilla tienen todos los lugares que quedan referidos en el día antes del ofertorio.
Sale Su Majestad de la cortina acompañado de los Caballeros del Toisón, Oficiales y Mayordomos: un Ayuda de Oratorio da una vela de cera amarilla con una moneda de oro al Canciller y al Príncipe o Infante, para que la sirva a Su Majestad. El Mayordomo mayor, o el Semanero, o el Caballero más antiguo, pone una almohada negra, en que Su Majestad se hinca de rodillas y besa la patena que el Prelado tiene con ambas manos, y ofrece la vela de cera; y en acabando, se vuelve a su cortina, y cada uno a su lugar, porque este día sólo ofrece el Soberano.
Acabada la Misa, el Canciller da vela amarilla a Su Majestad y a las demás personas Reales, si las hay en la cortina, habiéndola recibido por mano del Ayuda de Oratorio, y el Furrier de la Capilla las da a los Prelados, Capellanes y Cantores, y a los Caballeros, Oficiales y Mayordomos.
Los pajes entran con hachas, y a este tiempo los sacristanes ponen delante de las dos gradas del Altar un paño de terciopelo negro.
El Prelado que celebra se pone capa, y habiendo dicho las oraciones, echado agua bendita e incensado desde el Altar a la parte donde está el terciopelo, se acaba con Requiescant in pace;el Canciller vuelve a tomar a Su Majestad la vela, y sale de la Capilla para su aposento con el acompañamiento y ceremonias que están referidas en todos los dias antes.
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