Llegada del Embajador a Roma. Entrega a Su Santidad de las Cartas Credenciales. I.

El Embajador, acompañado del primer Secretario de la Embajada, visita en forma privada al Cardenal Secretario de Estado.

Guía de Protocolo Diplomático.

 

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LLEGADA DEL EMBAJADOR A ROMA.

AUDIENCIA SOLEMNE PARA ENTREGAR A SU SANTIDAD LAS CARTAS CREDENCIALES.

Cuando el Embajador llega A Roma, lo anuncia al Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad por medio del Secretario de la Embajada que ha desempeñado las funcionas de Encargado de Negocios, quien al entregar a Su Eminencia la copia de estilo de las Cartas Credenciales, solicita, en nombre del Embajador, la audiencia necesaria para presentarlas solemnemente al Santo Padre.

El Embajador, acompañado del primer Secretario de la Embajada, visita en forma privada al Cardenal Secretario de Estado, a quien entrega la copia del discurso de presentación de Credenciales, que se debe pronunciar en la Audiencia solemne.

Fijado el día y la hora de esta audiencia, el Embajador va al Vaticano acompañado de todo el personal de la Embajada y de sus dos Gentiles-hombres, en coches de gran gala. El cortejo se forma de este modo:

- En el primer coche van los dos Gentiles-hombres de la Embajada, de gran uniforme.

- En el segundo, el personal de Secretarios y Agregados.

- En el tercero, el Embajador, y en frente de él, en el asiento al vidrio, el primer Secretario o el que ha desempeñado las funciones de Encargado de Negocios, llevando la Cartera roja con las armas de España, donde van las Credenciales.

Estos coches, y las libreas de la servidumbre, deben ser de gala, y en el coche del Embajador, a más del cochero y de los dos lacayos, debe ir el Cazador de la Embajada.

Al entrar por la puerta del Vaticano (del lado de la Zecca), el Embajador y su séquito, la guardia Suiza se forma y presenta las armas.

Al pie de la escalera principal, en el patio de San Dámaso, esperan al Embajador dos Caballeros de Capa y Espada de S.S., y le acompañan hasta una de las logias donde debe esperar para ser recibido, si no es que, como sucede algunas veces, se le hace pasar directamente a las habitaciones pontificias. En la sala Clementina, reciben al Embajador Monseñor Prefecto de las Sagradas Ceremonias Pontificias, y el personal eclesiástico y seglar de la antecámara noble de Su Santidad, en traje de ceremonia.

En la primera antecámara forman los gendarmes, en la segunda la Guardia Palatina, y en la última la Guardia Noble de Su Santidad.

El Santo Padre, sentado en el Trono, rodeado de su Corte y teniendo a su lado a Monseñor Mayordomo, y a Monseñor Maestro de Cámara, recibe la Embajada, que al entrar se arrodilla tres veces, una en el dintel de la puerta, otra en medio del cuarto, y otra frente a Su Santidad. El Embajador llega hasta las gradas del Trono, se arrodilla, besa el pie del Santo Padre, y levantándose, pronuncia un discurso que, poco más o menos, puede ser así:

"Saint Père.

J'ai l'honneur insigne de déposer entre les augustes mains de Votre Sainteté, les lettres par lesquelles, le Roi, mon Maître, m'accrédite en qualité d'Ambassadeur Extraordinaire et Plénipotentiaire auprès de Votre Béatitude.

Le Roi, mon Auguste Souverain, dont les sentiments de tendresse filiale envers le Suprême Pontife, sont un doux héritage, précieusement transmis par ses glorieux ancêtres, adresse aujourd'hui au très-Haut les prières, les plus ardentes, pour qu'il daigne accorder à Votre Sainteté de longues années de bonheur et de paix, telles que les hautes vertus de Votre Sainteté les méritent; telles que notre Sainte Religion les demandent; telles que mon Auguste Souverain et l'Espagne entière les implorent du Tout Puissant.

Saint Pére.

Le Roi, mon Maître, en m'accordant l'honneur insigne de Le représenter auprès de Votre Sainteté, m'a imposé le devoir de cultiver et de resserrer les liens d'amitié étroite et sincère qui unissent les deux Cours. Ce devoir je le remplirai de toutes les forces de mon âme, et je suis sur de réussir dans la haute mission qui m'a confiée la bonté de mon Roi, si Votre Béatitude daigne m'accorder sa haute bienveillance et sa protection paternelle".