Recibimiento de Príncipe Soberano extranjero.
Venía acompañado del Marqués de Buckingham, del Consejo de Estado del Rey y Caballerizo Mayor del Príncipe.
Para dar forma a esta función, se pone por ejemplar el recibimiento y demostraciones que S. M. hizo con el Príncipe de Gales, hijo del Rey de la Gran Bretaña, que llegó a esta Corte viernes a 15 de Marzo del año 1623, con tanto secreto, que ni en Inglaterra ni en España se supo esta resolución.
Venía acompañado del Marqués de Buckingham, del Consejo de Estado del Rey y Caballerizo Mayor del Príncipe.
Apeóse en la casa del Conde Bristol, Embajador Extraordinario de su Padre, que posaba en las casas donde hoy es el Convento de las monjas de Calatrava.
Avisó luego al Conde de Gondomar, que habia sido Embajador Extraordinario en Inglaterra.
El día siguiente visitó el Conde Duque de Olivares, de parte de S. M., al Príncipe.
Domingo a 19 del mes visitó S. M. al Príncipe en secreto, asistiendo el Conde de Olivares, Marqués de Buckingham y los Condes de Gondomar y Bristol, con grandes demostraciones y cortesías de parte de S. M., que dio al Príncipe siempre la mano derecha.
Suspendiéronse las pragmáticas de traje y soltárouse los presos de las cárceles que no tenían parte.
Resolvió S. M. en consulta del Consejo de Estado que la entrada del Príncipe fuese pública, y señaló para ello el día 27 de Marzo.
Fueron por la mañana por el Príncipe a la casa del Conde Bristol cuatro Consejeros de Estado y le llevaron al Cuarto Real del Convento de San Jerónimo, donde comió, siviéndole la casa, que se le puso en forma de criados de S. M., y asistido de los mismos Consejeros.
Fuéronle a visitar los Consejeros y la Villa en la forma que cuando reciben a los Señores Reyes de Castilla cuando entran heredados.
Lleváronse los caballos para S. M. y el Príncipe desde la Caballeriza en la forma que se acostumbra.
Llegó S. M. después al Cuarto de San Jerónimo acompañado del Conde de Olivares, Duque del Infantado y algunos Caballeros de la Cámara.
Salió el Príncipe a recibirle hasta el pórtico, y haciéndose grandes cortesías sin sentarse ni entrar en ninguna parte, subieron a caballo, dándole S. M. siempre la mano derecha y el primer lugar en todo.
El acompañamiento fué grande y de mucho lucimiento. Los Maceros y Reyes de armas llevaban su lugar y a pié, como se acostumbra.
El primer Caballerizo y un Gentil-hombre de la Cámara sirviendo al Príncipe en este oficio, los Caballerizos, Pajes, Tenientes de las guardias y Oficiales de la Caballeriza.
Detrás de S. M. y el Príncipe iban el Conde de Olivares y el Duque de Buckingham, los dos Embajadores ordinario y extraordinario de Inglaterra y Consejero de Estado.
Las guardias española y alemana iban en dos hileras, y la de Archeros a caballo, con lanzas, jabalinas, pistolas de arzón, bandas rojas y muchas plumas, cerraban el acompañamiento en rueda desde los caballos de S. M. y A.
La Villa con el palio, vestidos el Corregidor y Regidores con ropones de tela, aguardaron cerca de los Clérigos menores.
Llegó el acompañamiento a Palacio, y S. M. y A. se apearon en el zaguán, haciendo a este tiempo los Archeros salvas con las pistolas.
Subieron al cuarto de la Reina Nuestra Señora, que los salió a recibir a la puerta de la sala, y habiéndose hecho las cortesías y dado la bienvenida al Príncipe, entraron a la pieza del dosel, debajo del cual había tres sillas; sentóse la Reina Nuestra Señora en la del medio, a su mano derecha el Príncipe y a la otra S. M.
Acabada la visita, S. M. llevó al Príncipe al cuarto que le estaba prevenido, que era el bajo que tiene las ventanas al Mediodía y las espaldas al jardín de la Reina; salieron por las escaleras y patio grande.
A cosa de veinte pasos antes de llegar al cuarto estaban los Señores Infantes Don Carlos y Don Fernando a recibirle y darle la bienvenida, y juntos acompañáronle hasta su Cámara, donde se despidieron; y aunque el Príncipe quiso volver acompañando a Su Majestad, no le permitió que saliese de allí.
Su Majestad escribió a los Prelados y Grandes del Reino pidiéndoles encomendasen a Dios los negocios y ayudasen a las demostraciones de solemnidad.
Señaló algunos Grandes, Consejeros de Estado y otros Caballeros que con particularidad le asistiesen e hiciesen cortejo en su cuarto.
A los Presidentes y Consejeros mandó ofreciesen al Príncipe que todo lo que S.A. mandase en negocios de gracia se haría, que lo tuviesen entendido para que ordenase lo que fuese servido.
Su Santidad el Pontífice Gregorio XV expidió un Breve en Roma, a 20 de Abril de este año, exhortando al Príncipe a la reconciliación de la Religión Católica.
Celebróse la venida del Príncipe con fiestas de toros y cañas, y Su Majestad las corrió en 21 de Agosto de 1623. Hubo comedias y otras fiestas muy particulares.
Comió algunas veces en público para más solemnidad, sirviéndole los Gentiles-hombres de boca, y usando de las demás ceremonias con que se sirve a S. M. en semejantes días, y en las comidas ordinarias le daba la toalla algún Grande, si se hallaba presente, y de continuo el Conde de la Puebla del Maestre, Mayordomo de S. M., que le asistía en su oficio.
Llegó la armada, a donde se había de embarcar, a Santander, y S. M. salió acompañándole hasta San Lorenzo el Real, y se despidió de él junto al Campillo, donde después se puso una piedra en memoria de este día.
Fuéle sirviendo la casa, hospedándole y sirviéndole el gasto, hasta que se embarcó, por Mayordomo el Conde de Barajas, y asistiéndole una Junta que S. M. nombró para ello, la cual llevaba cédula de S. M. para todo lo que se ofreciese, cuya copia es como sigue:
El Rey.
Por cuanto el Sermo. Príncipe de Gales se va a embarcar al puerto de Santander, y es Mi voluntad que en todas las ciudades, villas y lugares de estos mis Reinos y Señoríos por donde quiera que pasare se le haga todo el regalo, recibimiento y buena acogida que q Mi propia Persona, y para que así lo haga ejecutar.
He nombrado una Junta que le acompañe y asista hasta el embarcadero, la cual dé para ello las órdenes que convenga, despachadas y firmadas por Don Andrés de Losada y Prada, Mi Secretario.
Por tanto, en virtud de la presente, encargo y mando a todos los Oficiales de Mi Casa y Corte que van con el dicho Serenísimo Príncipe, a Mi Presidente y Oidores de Mi Cancillería, que reside en Valladolid, y a todos los Corregidores, Alcaldes Mayores y sus Tenientes, Alcaldes ordinarios y otros cualesquiera Jueces y Justicias, así Realengas como de Señorío, de todas las ciudades, villas y lugares de estos dichos mis Reinos y Señoríos, y a todos los demás Ministros y Oficiales de guerra y Justicia y otras cualesquiera personas de cualquier estado y condición que sean, que cumplan y obedezcan las órdenes que por acuerdo y mandado de la dicha Junta les diere el dicho Mi Secretario, así de palabra como por escrito, sin ir ni venir contra ello en manera alguna, que tal es Mi voluntad; y que los que en contrario hicieren incurran en las penas en que caen e incurren los que contravienen a los mandatos de sus Reyes y Señores naturales y en las demás á mi arbitrio reservadas.
Dada en Madrid a seis días del mes de Setiembre de mil seiscientos veintitrés.
Yo el Rey. Juan de Ciriza.