La misión del diplomático. I.

Como Jefe de Misión, debe estudiar detenidamente la correspondencia política de sus antecesores, enterándose bien de las negociaciones pendientes, y procurando que las instrucciones que le comunique el Ministro de Estado, sean lo más claras y terminantes que pueda necesitar.

Guía de Protocolo Diplomático.

 

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La misión del diplomático.

"Le but essentiel de la diplomatie, est d'asurer le bien être despeuples, de maintenir entre eux la paix et la bonne harmonie, tout en garantissant la sûreté, la tranquillité et là dignité de chacun d'eux". (C. CALVO).

El Diplomático, bien sea Jefe de Misión, bien Secretario o Agregado, antes de salir para su destino, debe procurar adquirir toda clase de datos lo más exactos y circunstanciados que le sea posible, sobre el país donde ha de residir. La situación política y social, la historia, las tendencias y las aspiraciones de aquella nación, su estado moral, recursos, industria y comercio, clima y costumbres; de todo tiene que informarse minuciosamente para no llegar a su residencia sin aquella suma de conocimientos que deben facilitarle la vida material y las relaciones necesarias al buen desempeño de su cargo.

Como Jefe de Misión, debe estudiar detenidamente la correspondencia política de sus antecesores, enterándose bien de las negociaciones pendientes, y procurando que las instrucciones que le comunique el Ministro de Estado, sean lo más claras y terminantes que pueda necesitar. Lo mismo el Jefe de Misión que el Secretario, deben conocer a fondo los Tratados vigentes con aquel país, y la necesidad y conveniencia de negociar otros nuevos. El trato con el Representante de aquella nación, y la actitud que tenga con él, es lo que ha de influir en sus decisiones ulteriores; y si además le es posible saber el efecto de nuestras gestiones con aquél Gobierno, podrá reunir las luces necesarias para el buen éxito de su negociación.

A su llegada completará sus investigaciones por medio de los colegas con quienes pueda tener mayor confianza, adquiriendo datos sobre las personas de aquel Gobierno y del Cuerpo Diplomático, conociendo el Ceremonial de la Corte, las costumbres del país, las diferentes categorías del mismo, y no olvidar nunca que la conducta que ha de seguir en toda ocasión, está trazada por completo en la máxima de Wicquefort, que ha convertido su consejo en verdadero axioma diplomático. "Todo Ministro público debe procurar a todo trance ser muy agradable, sumamente agradable, y nada más"; y para conseguirlo o no exponerse a faltar a esta especie de precepto, lo que más cuidará de evitar, serán los rozamientos y las asperezas, que procurará suavizar cuanto le sea posible, deshaciendo toda clase de prevenciones, respetando todas las susceptibilidades para captarse la mayor suma de simpatías, y ganar la confianza de todos, no apareciendo intrigante, enredador ni falso. Dice Rayncval en sus Instituciones, que el Diplomático no puede olvidar que el Jefe del Estado cerca del cual está acreditado, es un Soberano, y que ha de evitar, por lo tanto, que sus propias inmunidades disminuyan ni afecten en lo más mínimo a las de aquél. Como debe recordar, que así como su propio Soberano, es responsable de su conducta, por haberlo enviado, no puede desmerecer en nada semejante confianza, de la que a su vez es responsable.

La necesidad de ser muy circunspecto con sus propios colegas, haciendo de modo, sin embargo, que estos no puedan apercibirse de su reserva, es una de las mayores dificultades con que suele luchar durante su Misión, y uno de los escollos en que más fácilmente chocan los diplomáticos poco experimentados; pudiendo asegurarse que uno de los signos en que se reconoce a los diplomáticos improvisados, es en el poco trato que suelen tener con los colegas acreditados en la misma residencia.

Nada facilita tanto las relaciones en un país extranjero como el conocimiento de su lengua, conocimiento que hoy se suple mucho con el de la francesa, que es indispensable saber correctamente, sobre todo cuando no se posee la del país, cuya ignorancia se disculpa más que la de aquélla, porque al fin y al cabo, todo el mundo no puede tener la facilidad de Mitrídates, de quien se cuenta que hablaba veintidós idiomas, pero todos pueden hacer un profundo estudio de la lengua francesa, que es el idioma diplomático (Nota 1).

(Nota 1). La dificultad de la ortografía y de la pronunciación de ciertas palabras demuestran la imposibilidad de escribir correctamente en francés sin hacer un estudio profundísimo de esta lengua. (Ejemplos de Mr. de Clouzet.)

Se dice: "Nous portions nos portions. Les poules du couvent, couvent. Mes fils ont cassé mes fils. Il est de l'est. Je vis ce vis. Peuton s'y fier d'un homme si fier? Nous éditions de belles éditions. Nous relations des relations intéressantes. Nous acceptions ces diverses acceptions de mots. Nous inspections les inspections de police. Nous exceptions ces exceptions. Je suis content qu'ils content cette histoire. Il convient qu'ils convient les amis. Par leur caractère violent ils violent leurs promesses. Ils admirent les circonstances atténuantes parce qu'ils admirent ses tableaux. Il pressent l'orage et ils le pressent de partir. Ces dames se parent de fleurs pour leur parent. Ils expédient leurs lettres, c'est un bon expédient. Nos intentions sont que nous intentions ce procès. Ils négligent leurs devoirs, je suis moins négligent. Nous objections beaucoup de choses contre vos objections. Ils résident á Paris chez la résident d'une Cour étrangère. Vos cuisiniers, excellent á faire ce mets excellent. Les poissons, affluent á un affluent de cette riviere".

Pero con lo que hay que tener más cuidado en francés, es con las palabras que siendo parecidas a las españolas quieren decir todo lo contrario, como contester, que significa negar, discutir o no reconocer un hecho o un derecho; y rubrique, que en francés es el título de los libros de Derecho civil y del canónico, que antiguamente se escribían en rojo; las reglas para el oficio de la misa; título y fecha de una noticia o información; y en sentido figurado es astucia; y también es una tierra roja de la que se servían antiguamente los médicos para detener la sangre de las heridas; especie de vermellón. La traducción de rúbrica, es Parapheo Parafe(de para -al lado-y grafein, escribir), que es el trazo o rasgo que se añade a la Arma, y Paraphéo Parafées rubricado. Firma, se traduce por Signature, nombre de la persona que firma el escrito.

Desde Luis XIV, el francés se ha impuesto completamente en las relaciones diplomáticas, por ser más fácil que el latín, que era antiguamente la lengua diplomática y literaria, puesto que todas las obras se escribían en dicha lengua, formando así la llamada República de las letras, que hoy se ha fraccionado en tantos idiomas como países existen. Siendo esta en nuestro concepto, una de las más poderosas razones que han contribuido a la preponderancia de la francesa, razón que a nuestro juicio es más verosímil que las ingeniosas, pero no muy exactas, expuestas por Rivaral en su disertación, premiada en 1783 por la Academia de Berlín, sobre "L'Universalité de la langue francaise".

Poro el orgullo nacional que se despierta más poderoso cada día en todos los países, amenaza seriamente a la preponderancia del francés, excitando el celo patriótico contra la invasión de los neologismos derivados de lenguas extranjeras; patriotismo que en nuestro humilde juicio, creemos que nos puede conducir a otra torre de Babel.

Mientras llega este caso, seguiremos excitando a todo diplomático para que se dedique muy seriamente a hacer un profundo estudio del francés, que necesita poseer muy bien, no solo para la redacción de las Notas que se envían a los Ministerios do Negocios extranjeros, sino para responder a las cartas que tiene que recibir diariamente durante su Misión, y como dice con razón el Barón García de la Vega, en su "Guide practique des Agents politiques", toda carta exige una respuesta, y así como se excusa una falta en un salón es indudable que no se perdona en un escrito, que es preciso esmerarse en su redacción para no revelar, en caso contrario, una educación defectuosa, incompatible con el carácter de un Ministro público.