Evo Morales rompe el protocolo.

nta atención llamó su atuendo que al sexto día de su viaje Morales no pudo ignorar más el tema y pareció disculparse por su informalidad.

El Diario

 

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La gira mundial del presidente electo de Bolivia Evo Morales apenas había comenzado la semana pasada cuando se le acusó de una "inadmisible falta de respeto" hacia sus anfitriones. Desde España, hasta Francia y China, el hombre que será el primer presidente indígena boliviano aparentemente estaba rompiendo el protocolo a diestra y siniestra.

No por nada de lo que decía sino por lo que llevaba puesto -una chompa o suéter a rayas en su audiencia con el Rey Juan Carlos en la Zarzuela de Madrid, jeans negros en su encuentro con el Presidente Jacques Chirac en L`Elysée de París y una chaqueta de cuero con el Presidente Hu Jintao en el Palacio del Pueblo de Pekín.

Tanta atención llamó su atuendo que al sexto día de su viaje Morales no pudo ignorar más el tema y pareció disculparse por su informalidad. "No estoy acostumbrado al protocolo", le dijo Morales a un funcionario chino, según informó el diario boliviano La Razón que cubrió la gira y la "polémica internacional".

Morales es todo lo que los expresidentes bolivianos no fueron. El indígena aymara de 46 años de edad criaba llamas de niño y nunca acabó la secundaria. A comienzos de los 90 se convirtió en el líder carismático de los cocaleros del Chapare, una alianza que lo puso en contra de los gobiernos boliviano y estadounidense que buscaban erradicar sus cultivos. Para 1995 Morales había fundado su partido político, Movimiento al Socialismo.

Como candidato presidencial, Morales se opuso firmemente al sistema. Empleó retórica socialmente radical, nacionalista y antiestadounidense. Su imagen pública, la de un desaliñado activista laboral en mangas de camisa, era reflejo fiel de su personalidad y fue sumamente efectiva en las urnas el mes pasado. En una decisiva victoria en primera ronda, Morales se llevó el 54 % del electorado boliviano, mucho más de lo que cualquier otro candidato presidencial boliviano había recibido en 20 años.

En encuentros con líderes políticos y empresariales en Europa y Asia, Morales pareció calmar los temores de que su promesa de nacionalizar la industria de gas y petróleo de Bolivia haría peligrar la inversión externa. Morales permaneció firme en su posición de que Bolivia necesita controlar sus recursos naturales pero se refirió a las multinacionales de energía como "socias" y dijo no tener planes de expropiar o expulsar a empresas extranjeras.

Algunos analistas bolivianos alabaron la vestimenta de Morales por considerarla un cálculo político que buscaba demostrar consistencia para quienes pudieran interpretar un cambio de atuendo como un acto de sumisión a convenciones occidentales. "Si (Morales) representa la oposición a 600 años de explotación, ¿por qué se va a poner traje y corbata?", preguntó Eduardo Gamarra, experto sobre Bolivia de Florida International University.

Otros aseguran que no hay nada preconcebido sobre su atuendo. Dijeron que Morales está simplemente improvisando tanto en vestuario como en mensaje. Ni él, ni nadie en su equipo, dijeron varios críticos, parecen haber pensado nunca en el protocolo.

Beatriz Canedo, una de las diseñadoras de moda más conocidas de Bolivia, dijo en una entrevista telefónica desde La Paz, que Morales apenas había tenido tiempo para empacar sus maletas antes de emprender su gira. Canedo se rehusó a confirmar informes de que está diseñando un atuendo para la posesión de Morales el 22 de enero. Aún así, habló con entusiasmo sobre la elaboración de un estilo para el nuevo mandatario boliviano que incorpore la riqueza de la cultura indígena del país y le de una imagen "digna y elegante respetando su deseo de que no quiere llevar corbata".

No hay duda de que el aspecto de Morales necesita un poco de trabajo, pero preferiblemente algo que no se interprete ni como irrespetuoso, ni como sumiso. Por lo demás, la próxima vez que hable de Evo Morales espero no hablar sobre su atuendo sino sobre lo que está haciendo para ayudar a su agobiado país.