Protocolo: herramienta comunicativa persuasiva y simbólica. Introducción

El protocolo del siglo XXI está formado por símbolos (verbales y no verbales) que articulados de una determinada manera (normas) confeccionan un determinado código

 

Comunicación y protocolo. Protocolo: herramienta comunicativa persuasiva y simbólica. protocolo.org

El protocolo como unión de símbolos (verbales y no verbales) que articulan un código

El protocolo del siglo XXI está formado por símbolos (verbales y no verbales) que articulados de una determinada manera (normas) confeccionan un determinado código. El intercambio de dichos símbolos, a través de unos códigos, activa un proceso de comunicación.

El término protocolo tal y como se ha entendido históricamente hasta la pasada década y por parte de ciertos autores, estaba restringido al uso y aplicación a actos oficiales del Estado. Tanto en su vertiente exterior o de las relaciones diplomáticas con otros Estados, como en su vertiente interna o de las actividades de los poderes en que éste se estructura. Además, se refiere a las Instituciones o Corporaciones, que se encuentran incluidas dentro de las diferentes ramas de la Administración pública.

Así lo ratifican las palabras de Otero Alvarado (2000: 28) cuando se refiere al sujeto emisor legitimado del protocolo:

"Desde nuestro punto de vista, solamente el poder establecido, modernamente en forma de Estado, tiene la capacidad de aplicar normas reguladoras en las ceremonias que afecten a éstos dos ámbitos específicos: lo diplomático (lo de fuera, la relación con otros poderes instituidos ya sean naciones u organismos supranacionales o internacionales) y lo palatino (lo de dentro, la casa, el palacio, la corte, la nación misma). El sujeto emisor de la comunicación protocolaria en esta norma ceremonial, al definirse exclusiva y alternativamente en esos dos ámbitos referidos, queda restringido al Estado, el único con capacidad de interacción en ellos".

Pero si partimos del supuesto que el protocolo es la unión de símbolos (verbales y no verbales) que articulan un código, no podemos restringir el uso y aplicación de esos signos a una determinada esfera de actuación (la oficial). Hoy en día, y con ayuda de disciplinas de reciente aparición y escasa tradición histórica, como es el caso de las ciencias de la comunicación; el protocolo ha roto las fronteras en las que estaba encorsetado y su concepto tradicional ha calado en otros sectores de la sociedad, siempre respetando la idea de que su uso está ligado a la ordenación y comunicación de imagen de actos de cierta significación en el ámbito en el que se administre.

El protocolo se configura a través de la conjunción de símbolos (verbales y no verbales) en un proceso de comunicación corporativa de las instituciones (públicas y privadas) con respecto a sus públicos. La ordenación adecuada y planificada de esos símbolos audiovisuales es lo que provoca que el protocolo posea un alto índice persuasivo.

Así, actualmente, instituciones públicas (Estados, Comunidades Autónomas, Administraciones Locales y entidades Públicas) y privadas acuden hoy al protocolo como medio de eficacia universalmente reconocido para organizar la proyección de su imagen e identidad corporativa con respecto a los públicos a los que se dirige. Los efectos, las consecuencias y los objetivos del mensaje que comunica la entidad a sus públicos deben ser estudiados previamente por profesionales con titulación universitaria.

Cuando vinculamos el protocolo a la generación de procesos de comunicación corporativa persuasiva, entendemos y defendemos que las áreas de conocimiento más adecuadas para el estudio y aplicación del protocolo serán las ciencias de la comunicación.