Las reuniones. Consejos de urbanidad

Las reuniones guardan una gran similitud, a nivel de reglas de etiqueta y buenos modales, que las visitas

Consejos morales a la niñez, y reglas de urbanidad. 1846.

 

Reuniuones. Imagen del libro 'When Life is Young: a collection of verse for boys and girls'. The British Gallery. The British Library

Las reuniones. Consejos de urbanidad

Aquella urbanidad

Saluda en las reuniones
lo mismo que en las visitas;
y respecto del sentarte
las mismas reglas practica.

Si cuando llegas, suspenden
la conversación, invita
a que por tí no la dejen,
si es que tú puedes oirla.

No hables mucho, ni tampoco
mudo estés, porque fastidian
ambas cosas; la razón
un término medio dicta.

Ni en voz muy alta ni baja
hables, porque es impolítica;
sean tus conversaciones
agradables e instruidas,
sin faltar a la decencia
ni a las máximas divinas.

No digas palabra alguna
que asco promueva, y evita
las bufonadas groseras,
la murmuración inicua,
y no tributes elogios
a la sátira maligna.

Si, contra tu parecer
alguna cuestión suscitan,
no ataques a tus contrarios
con imbécil grosería,
ni sus palabras desmientas,
sino, antes bien, les suplica,
te dispensen, procurando
que no haya jamás rencillas.

No han de ser tus narraciones
muy áridas ni prolijas,
consultando a tu memoria
antes de empezarlas. Mira
que no hay cosa que mas canse
que una narración mal dicha.

No les molestes con cuentos
y consejas ya sabidas,
ni les contristes tampoco,
dándoles malas noticias;
cuéntales cosas alegres,
con las que gocen y rían;
mas no rías tú el primero,
no sea que no te sigan ,
y hagas un papel ridículo
exponiéndote a la crítica.

No interrumpas al que hable,
porque es acción impolítica,
ni en lo que cuente, jamás,
sin modo, le contradigas.

Deja que de hablar concluya,
y amablemente le indica
si cometió algún error
y, que dispense, suplica.

No digas motes ni chanzas,
mas que con las más amigas
personas, y, si se enfadan
la repetición evita.

Mas, si a tí te los dirigen,
súfrelos con alegría
y buen humor, denotando
no te ofenden ni fastidian.

Huye de la afectación,
y la ceremonia evita
de la adulación servil,
y necia pedantería.

Guarda un medio en cuanto al uso
de la provincia en que vivas;
y, de ocuparte de tí,
lo menos posible cuida.