Los niños y la conversación, en verso
Al hablar, tu locución debe ser correcta y pura,revelando la finura de una buena educación
Las conversaciones y los niños. Reglas de etiqueta para mantener una conversación
Aquella urbanidad
Se en tus palabras atento
y decente en tu lenguaje,
porque es la palabra el traje
que se viste el pensamiento.
Al hablar, tu locución
debe ser correcta y pura,
revelando la finura
de una buena educación.
Te puede interesar: La importancia de los buenos modales en la educación (con vídeos)
No con modo oscuro y raro
las letras pronuncies mal,
sino en tono natural
y con acento muy claro.
No has de hablar lentamente,
que indique pena o fatiga,
ni tan veloz que se diga
que pareces un torrente.
Ora expreses el contento,
oro del dolor la idea,
haz que en tu rostro se vea
pintado tu pensamiento.
No con alegre semblante
hables de afán y agonía,
ni hables nunca de alegría
con rostro agonizante.
Pues la manera sentida
de expresar una impresión
completa la locución
y le infunde nueva vida.
Más no exageres el tono,
ni gesticules de suerte
que excites risa, y al verte,
te confundan con un mono.
Jamás intérprete seas,
ni aún con buenas intenciones,
ni aún con bellas expresiones
de indecorosas ideas.
Que aunque esté con traje hermoso,
jamás el mal será bueno;
ni aún entre rosas el cieno
puede tornarse oloroso.
Te puede interesar: Los niños y las buenas maneras
A la atención nunca falles,
ni sarcástico censures,
ni te enfurezcas, ni jures,
ni blasfemes, ni te exaltes.
No con labios maldicientes,
hagas al decoro ultraje;
usa siempre en tu lenguaje
las palabras más decentes.
Nunca debes emplear
esas palabras odiosas,
malignas y sospechosas
que usa la gente vulgar.
No hagas mención indiscreto
de alguno por sobrenombre,
porque siempre cualquier hombre
merece amor y respeto.
Con amable cortesía,
debes siempre hablar de todo;
no uses sarcástico modo,
ni maliciosa ironía.
Nunca audaz debes hacer
a una persona alusión,
ni atrevida relación
que pueda a alguno ofender.
No hables como un majadero
de tu familia y tu casa,
de que es tu fortuna escasa
o de que tienes dinero.
Solo un secreto profundo
la paz del hogar concilia,
las cosas de la familia
no pertenecen al mundo.
Indica además tontera
y fatuidad y egoísmo,
hablar siempre de si mismo
en un círculo cualquiera.
Cede siempre la razón,
cuando vencido te veas,
y nunca espíritu seas
de necia contradicción.
Las disputas siempre trunca,
con calma, sin grosería;
discute con cortesía
pero no disputes nunca.
Con el mayor miramiento
a todo tienes que hablar,
y siempre les debes dar
su título o tratamiento.
No difuso sin sentir
prolongues tu relación,
ni repitas sin razón
lo que acabas de decir.
Jamás con otra eslabones
la discusión, se conciso,
y en tus palabras preciso,
y huye de necias disgresiones.
No con modos detestables
charles sin cuidar de nada;
fija siempre la mirada
en la persona a quien hables.
Porque es insolencia mucha
y falta de miramiento,
estar hablándole al viento
cuando alguno nos escucha.
No con risibles afanes
violento al hablar te agites,
ni de otra persona imites
la voz y los ademanes.
No sigas al mentecato,
que es al hablar un cencerro,
que ladra si nombre a un perro,
que maulla como un gato.
Que truena como tormenta,
que usa eterno retintin,
que hace al toque de clarín
y en una explosión revienta.
Te puede interesar: Niños bien educados. Niños con buenos modales
No imites al que en su ingrata
charla eterna y sus acciones
nos estira los botones
y nos mueve la corbata.
Nunca ante otros desatento
en voz baja estés hablando,
ni hables nunca bostezando
o con tono soñoliento.
No satirices cruel
ofendido y envidioso,
ni hagas nunca el gracioso
porque es un triste papel.
No en charlar de todos modos
cifres tu gloria y afán,
porque, al oírte, dirán
que hablas, niño, por los codos.
Y no es la fama mejor
que haber puede un caballero,
la de aturdido y ligero
y sempiterno hablador.
Cuando llegue a acontecer
que otro hable al querer tu hablar,
debes el turno dejar
siendo el primero en ceder.
Habla siempre bondadoso,
de modestia revestido,
más no hables nunca encogido,
ni entre dientes, ni medroso.
Jamás uses esa red
del lenguaje insustancial:
¡Eh! ¿no le dije? ¿qué tal?
¿está usted ¿me entiende usted?
Nunca atrevido y ligero
en maldiciones prorrumpas;
jamás al que habla interrumpas
descomedido y grosero.
Siempre debes escuchar
al que habla, con atención,
y en ajena discusión
nunca te debes mezclar
Al hablar de los ausentes,
ser bondadoso procura,
y exprésate con finura
cual si estuvieran presentes.