Verso sobre las visitas y las reuniones.
Urbanidad en verso para el uso de las niñas. Las visitas y las reuniones.
De las visitas y reuniones.
Para hacer una visita
escoge el tiempo oportuno,
no en hora de desayuno,
de ocupación o comer;
advierte que ha de ser corta
si es visita de cumplido,
y al que te ha favorecido
cuantos antes la has de volver.
Siempre que a una casa fuereis
y esté la puerta cerrada,
para conseguir la entrada
recio no habéis de llamar;
luego que os hayan abierto,
dad llanamente el recado
a la doncella o criado,
y en la antesala aguardad.
Si el sujeto a quien has ido
a visitar está ausente,
por su salud diligente
entonces preguntarás;
y mostrando sentimiento
de no haberle en casa hallado,
una tarjeta (1) o recado
para el mismo dejarás.
Si hay varias personas juntas
en la sala o aposento,
con gracioso cumplimiento
a todos saludarás;
después, tomando la mano
a la dueña de la casa,
pregunta como lo pasa,
luego a su esposo y demás.
Para sentarte no escojas
ningún sitio preferente
cuando alguien te lo presente
rehusarlo deberás;
mas si a callar se te obliga
con instancias repetidas,
dándole gracias cumplidas
el asiento ocuparás.
Cuando entrare una señora
levantaos en seguida,
y con la que se despida
usad de igual atención,
y si no habláis con reserva,
luego de tomado asiento
indicadla el argumento
de vuestra conversación.
En reunión, al bello sexo,
la urbanidad le da el fuero
de si algún caballero
llega entonces o se va,
le saludan las señoras
con las frases adecuadas,
permaneciendo sentadas
en las sillas o el sofá.
Por delante de personas
no cruces o nada entregues,
y que dispensen les ruegues
si así te es forzoso obrar;
igualmente cuando de ellas
te es preciso separarte,
debes antes de marcharte
su venia solicitar.
Ten presente siempre que entres
o salgas por una puerta,
esté cerrada o abierta,
así la habrás de dejar;
si al penetrar por ella
que otro va a hacerlo es el caso,
has de franquear el paso
y saludarle a la par.
Vuelve a un lado la cabeza
cuando escupir es preciso,
y la saliva, te aviso,
que al instante pisarás;
si te hallas en un estrado,
los esputos en el suelo
no arrojes, en el pañuelo
o en la artesilla echarás.
La cortesía una cosa
hacer o citar nos veda
que una idea excitar pueda,
triste, horrorosa o soez;
de bostezar o dormirte
delante de otros abstente,
y de mostrarte impaciente
inquiriendo la hora que es.
Cuando fuere necesario
estornudar o tose,
y no puedas contener
un bostezo o el eructar,
desvía entonces la cara,
volviéndola al lado opuesto
y el pañuelo o mano presto
a la boca has de llevar.
Si se cae a una persona
de las manos un pañuelo
o cualquier pieza, del suelo
pronto la levantarás;
busca la parte más cómoda
para el dueño, y ten por norte
que por la punta o el corte
no se ha de entregar jamás.
Si alguien te ofrece su casa,
o bien si te han convidado,
debes, si no has aceptado,
a quien te honró visitar;
éste debe por su parte
al que su favor admita,
de atención una visita
dentro de ocho días pagar.
A las personas que debas,
en las Pascuas (2) y en sus días
renueva las simpatías
de tu aprecio y amistad;
y cuando le sobreventa
un suceso, venturoso,
hazle presente tu gozo
por tanta felicidad.
Cuando a un sujeto a quien amas
ocurra una desventura
en cuanto puedas procura
prestarle consolación;
las obras, más elocuentes
que las frívolas protestas,
en ocasiones como éstas
solo endulzan la aflicción.
De los amigos y deudos
es natural despedida
aquel que está de partida,
por si algo quiere mandar;
mas, cuando se halla de vuelta,
se le debe una visita
en que se felicita
si llegó sin novedad.
Si una visita recibes
de una señora decente,
le rogarás que se siente,
y tú en seguida lo harás;
a la misma al retirarse
hasta la puerta acompaña,
y si es persona extraña
tu casa le ofrecerás.
Nota 1. En este caso se dobla la tarjeta por un extremo o se rasga un poquito por el mismo borde.
Nota 2. La de Pentecostés no se acostumbra a felicitar. Todas estas visitas pueden suplirse por medio de una tarjeta en que se escribe el nombre del visitante.