Carta de la Santa Madre Teresa de Jesús al Rey Felipe II.
Carta de la Santa Madre Teresa de Jesús al prudentísimo Señor, el Rey Felipe II.
Carta de la Santa Madre Teresa de Jesús al Rey Felipe II.
La gracia del Espíritu Santo sea siempre con Vuestra Majestad. Amén.
A mi noticia ha venido un memorial, que a V.M. han dado contra el Padre Maestro Gracián; que me espanto de los ardides del demonio, y de sus ministros, porque no se contenta con infamar a esté siervo de Dios (que verdaderamente lo es, y nos tiene tan edificadas a todas, que siempre me escriben de los monasterios que visita, que los deja con nuevo espíritu) sino que procuran ahora deslustrar estos monasterios a donde tanto se sirve Nuestro Señor. Y para esto se han valido de dos Descalzos, que el uno antes que fuese fraile, sirvió a estos monasterios, y ha hecho cosas adonde bien da a entender que muchas veces le falta el juicio; y de este Descalzo, y otros apasionados contra el Padre Maestro Gracián (porque ha de ser el que los castigue) se han querido valer sus émulos haciéndoles firmar desatinos, que sino temiese el daño que podría hacer el demonio, me daría recreación lo que dice que hacen las Descalzas; porque para nuestro hábito sería cosa monstruosa.
Por amor de Dios, suplico a V.M. no consienta que anden en tribunales testimonios tan infames, porque es de tal suerte el mundo, que puede quedar alguna sospecha en alguno (aunque más se pruebe lo contrario), si dimos alguna ocasión. Y no ayuda a la reformación poner mácula en lo que está por la bondad de Dios tan reformado como V.M. podrá ver, sí es servido, por una probanza quemando hacer el Padre Gracián de estos monasterios por ciertos respetos de personas graves y santas que a estas monjas tratan. Y pues, de los que han escrito los memoriales se puede hacer información de lo que les mueve; por amor de Dios Nuestro Señor, V. M. lo mire como cosa que toca a su gloria y honra. Porque si los contrarios ven, que se hace caso de sus testimonios, por quitar la visita, levantarán a quien la hace, que es hereje; y donde no hay mucho temor de Dios será fácil probarlo.
Yo he lástima de lo que este siervo de Dios padece, y con la rectitud, y perfección que va en todo; y esto me obliga a suplicar a V.M. le favorezca, o le mande quitar de la ocasión de estos peligros, pues es hijo de criados de V.M. y él por sí no pierde; que verdaderamente me ha parecido un hombre enviado de Dios y su Bendita Madre, cuya devoción, que tiene grande, le trajo a la orden para ayuda mía; porque ha más de diez y siete años que padecía a solas, y ya no sabía como lo sufrir, que no bastaban mis fuerzas flacas. Suplico a V.M. me perdone lo que me he alargado; que el gran amor que tengo a V.M. me ha hecho atreverme, considerando, que pues sufre el Señor mis indiscretas quejas, también las sufrirá V.M. Plegue a él oiga todas las oraciones de Descalzos y Descalzas que se hacen, para que guarde a V.M. muchos años; pues ningún otro amparo tenemos en la tierra.
Fecha en Avila á trece de setiembre de mil y quinientos y setenta y siete años.
Indigna sierva y súbdita de V. M.
Teresa de Jesus.