Carta de un padre a su hijo que se halla en la corte.
Carta de un padre a su hijo que se halla en la corte.
Carta de un padre a su hijo que se halla en la corte.
Sr. D. J.C.
Madrid.
Gerri 7 de julio de 185..
Amado hijo:
Recibí ayer la tuya del 20 del pasado junio en la que me participas tu feliz llegada a esa capital, lo que nos ha sido súmamente grato tanto a tu madre como a mí, pues atendido las montañas que has tenido que atravesar y lo malo que están en el día los caminos, te aseguro que desde que saliste de esta tu casa hasta que hemos sabido tu arribo no hemos tenido un momento de tranquilidad.
Por tu carta veo la impresión que te ha hecho la lleggada a esa Babilonia. Nada tiene de particular que te halles como alelado a la vista del movimiento y animación que reina en ella, pero su exterior te aturde, más sorprendido quedarás a medida que vayas conociendo que todo ese aparato, ese lujo, esos bailes, esas diversiones, esos paseos no son más que exterioridades, embrollos, cebos y atractivos para corromper la juventud. Guárdate, hijo míos, en cuanto puedas de entrar en los cafés; ellos son el origen de todos los vicios; el que no tiene dinero para satisfacer su amor propio y no parecer menos que los demás, trata de procurárselo a toda costa, pide prestado a todo el mundo, y como no puede devolver lo que pide adquiere pronto la fama de tramposo; todos huyen de él, y en fin es el hazmereír de aquellos mismos que se llamaron sus amigos.
Ten presente hijo mío, que tu patrimonio no es bastante pingüe para poder hacer frente a los gastos que los cafés acarrean; de consiguiente procura abstenerte de frecuentarlos. No creas que diciéndote esto, quiera esclavizarte y prohibirte absolutamente la entrada en ellos. No; he sido joven y se que de vez en cuando es indispensable el procurarse un rato de distracción, pero ya que en alguna ocasión no puedas prescindir de seguir a algún amigo, procura a lo menos que el caíé donde vayas sea de los de primer orden y no un figón, pues en esta clase de establecimientos aunque no sea más que en apariencia, se guarda a lo menos un cierto decoro desconocido en los cafetines.
Tu madre me encarga que sobre todo no trasnoches, pues nada hay tan contrario a la salud. Procura madrugar para estudiar, pues por la mañana las potencias están más claras; cena poco, y luego vete a la cama, pues además de ahorrarte dinero, no te expondrás a que te suceda alguna desgracia rodando de noche por las calles de esta ciudad donde hay tanto ratero. Múdate a menudo, pues la limpieza conserva la salud, y agrada a todo el mundo.
En fin, mi querido hijo, cada correo te escribiré dándote algunos consejos, pues se que eres dócil y los seguirás seguro de que nadie en este mundo quiere tanto tu bienestar como tus padres.
Tu madre te da mil besos; tantas cosas de los hermanos y tios, y recibe un abrazo que te da de corazón tu afectísimo padre,
Francisco Costalino.