Así se educa a una Princesa II
La nuevas princesas del pueblo, sin ascendencia real, aprenden protocolo y etiqueta de la mano de los mejores expertos
Cómo educar a una "Princesa del pueblo"
4. No se manda callar
De repente, se encontró al otro lado, de hacer preguntas a tener que responderlas. En la primera comparecencia juntos, una vez anunciado el compromiso, doña Letizia se dirigió a sus excompañeros para contarles que iba a integrarse "en una nueva vida...". Fue a interrumpirla don Felipe, pero ella atajó con un 'déjame terminar'. "No está bien visto porque ella es la consorte, pero fue algo espontáneo, natural, no fruto de la irreverencia".
Quizá no irreverente pero sí descortés dicen que resultó el comportamiento de la princesa Mette Marit de Noruega en un viaje con su entonces prometido, el príncipe Haakon. "La tripulación se dirigió a él, pero contestó ella y de malos modos". Aquí el asunto habría hecho correr ríos de tinta.
Y en algún otro sitio igual se hubiera ganado un correctivo: "En una recepción en palacio, Mary de Dinamarca se entrometió en una conversación del príncipe Federico . Días después se anunció que viajaba a Australia para visitar a sus familiares, pero dicen que realmente la mandó marcharse la reina para que meditara sobre lo que había hecho". Y bien lejos seguro que quisieron enviar alguna vez también a Lady Di, que sufrió una tremenda presión por parte de los medios -ella no tuvo tutores y nadie le enseñó cómo tratar a los periodistas- y terminó entregándose a las cámaras y contando en televisión sus desgracias de alcoba -Carlos y Diana se separaron en 1992, tras once años de infeliz matrimonio-. Entonces, sucedió el terrible accidente (1997) y Diana de Gales falleció en París cuando escapaba en coche con Dodi Al Fayed del acoso de los paparazzis. La familia real británica, lejos de dar la espalda a "la princesa del pueblo", "aprovechó la coyuntura para salvaguardar la institución y acercarla a los ciudadanos. Isabel II salió a la calle a despedir el féretro y mandó ondear la bandera a media asta, rompiendo una tradición de siglos".
"El protocolo es flexible y se adapta a las circunstancias"
5. Las reuniones del cole
Le salió la vena de madre. La escena de la Princesa de Asturias mediando entre dos niñas que se habían peleado dio para unos cuantos artículos. Lo mismo que ese gesto de consolar a la pequeña Sofía cuando tropezó a las puertas del colegio. En tiempos de Alfonso XIII , a los príncipes se les educaba en palacio, pero ahora van a la escuela. Aquí y en Inglaterra. "Lady Di fue muy insistente en que sus hijos fueran a un colegio, porque el príncipe Carlos era un poco reacio. Y para nosotros fue habitual ver a la Reina Sofía yendo a las reuniones del colegio de sus hijos". Dicen los especialistas que este gesto les acerca a la calle, que aunque no se mezclan mucho con el pueblo -"por seguridad"-, no está de más que la gente les sienta cercanos. Llevar a los niños al colegio, ir al centro comercial o asistir a conciertos como acostumbran los Príncipes de España -también son muy asiduos en las monarquías del norte de Europa- "les ayuda a tomar el pulso a la calle".
Otra cosa es salir de cañas. Eso se acabó, aunque pueden seguir quedando con los amigos. "Generalmente en palacio o en casa de otros". Y alguna vez, incluso en la calle, como aquel café que se tomó doña Letizia con Isabel Sartorius. "No es habitual, pero no es un gesto mal visto". ¿Y los hobbies? Kate Middleton adora esquiar y le viene como anillo al dedo, porque esta es una afición muy real. Tanto, que la princesa Letizia hasta tuvo que recibir clases de esquí. La instruyó Eduardo Roldán, presidente de la Federación Española de Deportes de Invierno.
6. Boda sin besos
La boda de la infanta Elena (Sevilla, 1995) estaba preparada al milímetro, pero en el momento clave, antes del 'sí quiero', se olvidó de girar la cabeza hacia el Rey para pedirle autorización. Error. La propia Princesa de Asturias se saltó el protocolo en la boda con don Felipe (Madrid, 2004) cuando saludó a su abuela con dos besos. Ambos lapsus, dicen los expertos, "se admitieron porque fueron espontáneos y ellas no son robots". Aunque apuestan uno contra diez a que no pillarán a Kate Middleton en una así y no se le olvidará pedir permiso con la cabeza a la reina. Será un gesto, nada físico, porque a Isabel II no se la puede tocar: "Su nieto debe saludarla con una reverencia. Otra cosa es que salga de ella acercarse con un gesto más cariñoso, pero es bastante cuadrada y probablemente no lo hará" -tanto impone la soberana que muchos hombres no saben cómo saludarla y hacen una genuflexión, un gesto propio de mujeres-.
Porque en cuestión de 'normativa real' hay grados. " La monarquía española es más flexible que otras. En la boda de los Príncipes los familiares de doña Letizia se sentaron en los bancos de delante, cuando por protocolo debieran haber estado colocados atrás, porque había muchas personalidades importantes. Pero tampoco era plan de ningunearlos". A la hora de los afectos, también nos mostramos menos pudorosos que los ingleses: "Cuando las infantas se encuentran con la Princesa de Asturias, primero la saludan con dos familiares besos y luego hacen la inclinación en señal de respeto a la jerarquía -también saludó así doña Letizia a la reina Rania en su visita a Jordania el 13 de abril-. Pero en Inglaterra lo de los besos no existe, para eso son mucho más rígidos".
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Claro que ellos han hecho de esa flema británica motivo de orgullo nacional. La rigidez en las formas encanta a los británicos. Allí las niñas todavía sueñan con ser princesas y entrar de blanco en la Abadía de Westminster, como hará Kate Middleton el viernes. Para complacerlas, una americana de 34 años llamada Jerramy Sage Fine ha montado una 'Escuela de princesas', uno de tantos negocios surgidos al calor de la boda del año. Jerramy ofrece cursillos acelerados de una semana a crías de entre 8 y 11 años, una especie de campamento de verano en uno de los barrios más lujosos de Londres. Por 3.995 libras (4.500 euros), las niñas aprenden a montar a caballo, reciben clases de buenos modales en la mesa, acuden a tomar el té a Kensington Palace... Se ofertan tres cursos en julio y agosto y ya hay lista de espera. Mucha aspirante a princesa para un país en el que no hay relevo en la corona desde 1953.
7. Iconos de moda
El 'front row' de la pasarela real es más exigente que el de Cibeles. Los vestidos, los zapatos, los peinados también pueden aupar o hundir a una princesa, aunque Kate Middleton no tendría que fallar en esto: "Es joven, guapa y con buena figura (mide 1,77). Natural, aunque le falta cierto 'chic'", considera la experta en moda Guadalupe Cuevas, que augura "un cambio espectacular en pocos años, como ocurrió con la princesa Diana". En todo caso, sin extravagancias. "Lo mejor es lo clásico, los trajes de chaqueta con falda y pantalón, los vestidos con abrigo a juego, estampados discretos y nunca más de tres colores a la vez, tacones medianos...". Eso son los 'must' de las princesas.
A ellas les están vedadas las minifaldas, los escotes pronunciados, la ropa ceñida, las uñas muy largas, las transparencias, los abrigos de piel, las plataformas muy elevadas, los zapatos planos... Aunque la Princesa de Asturias se salta algunas reglas: "Abusa de las plataformas, no es elegante ir remangada y no se puede pasar revista a las tropas en camisa y pantalón". No está mal que repita modelos, "pero debería dejar pasar más tiempo". Y alguno, no volver a sacarlo nunca: "El vestido de Mango que utilizó en un viaje a León era muy corto y a los pocos días lo lució Belén Esteban, así que no parece una elección acertada". Es el riesgo, advierte Cuevas, de vestir firmas low-cost. También lo hace la inglesa, que no usa normalmente marcas de lujo ni joyas o bolsos caros. Pero cuidado con lo económico: una vez, Estefanía de Mónaco fue al Baile de la Rosa con un modelo baratito comprado por catálogo, "una metedura de pata memorable".
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El primer examen de estilismo lo pasará Middleton en la boda. "Para el vestido de novia, el estilo clásico y sobrio es una baza ganadora. No debe seguir las tendencias del momento". Mejor recurrir a un diseñador de renombre y del país, aunque parece que Kate ha metido mano ella misma en el diseño. Letizia eligió al español Manuel Pertegaz y en Inglaterra probablemente también se queden con alguien de la tierra -suena el nombre de Sarah Burton, la desconocida directora creativa de la firma británica Alexander McQueen-. En todo caso, y como marca la tradición nupcial de nobles y plebeyas, ella guarda bajo llave el secreto del vestido. Ahora el debate -casi nacional- es si debe llevar en la cabeza la tradicional tiara (así lo hizo Letizia) o arriesgarse con un adorno floral. Y colorín colorado, que sean felices -la familia real británica colecciona divorcios- y coman perdices.
EQUIPO DE ÉLITE
El jefe de la boda
Jamie Lowther-Pinkerton (50 años) sirvió en El Golfo y Bosnia. Prepara la boda (ceremonia, recorrido y recepción), que costará 23 millones de euros. Uno de sus hijos hará de paje.
El tutor de Kate
David Manning (61), exasesor de Blair. Le instruye en historia real, en leyes... Kate también aprende idiomas, a tratar con los medios y a hacer frente al aislamiento que conlleva el cargo.
Asuntos de prensa
Miguel Head (32). Trabajó en el Ministerio de Defensa, el príncipe Enrique lo conoció en Afganistán y lo contrató. Responsable de facilitar información a la prensa. Muy discreto.
Confidente
Helen Asprey ha sido asistente personal y confidente de Guillermo durante 10 años. Ahora también es secretaria de Kate. Se encarga de lo más privado de la boda, como la cena.
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