Obligaciones del hombre. Del entendimiento.

El hombre de bien debe procurar adquirir conocimientos que le sean útiles para su vida diaria.

Tratado de la obligaciones del hombre. 1821.

 

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Del entendimiento.

Debemos cuidar primeramente de enriquecer nuestro entendimiento con útiles conocimientos, y sobre todo de aprender a juzgar y raciocinar rectamente.

Adquiriremos estos conocimientos, o por medio de nuestras propias observaciones, o por medio de las instrucciones que otros nos den.

Para conseguir por nosotros mismos conocimientos exactos y seguros debemos observar las cosas atenta y repetidamente; no fiarnos de las apariencias, y examinarlas a fondo en sus diversos aspectos y en sus varias circunstancias.

Para aprender bien por medio de otros lo que no podamos adquirir por nosotros mismos, es necesario en primer lugar valernos de personas bien instruidas, y no de ignorantes que nos llenen de falsas ideas y de preocupaciones; debiendo siempre tener por sospechosa cualquiera proposición que venga de algún ignorante.

En segundo lugar debemos apresurarnos a exponer nuestras dudas a aquellas personas que puedan instruirnos, y pedirlas que nos expliquen lo que no entendemos, y nos den noticia de las cosas que ignoramos.

La curiosidad, y principalmente en los jóvenes, es una prenda excelente y necesaria; pero se entiende la curiosidad en las cosas útiles e importantes, no la curiosidad en las cosas frívolas, que es muy digna de reprenderse.

"Exponer nuestras dudas a aquellas personas que puedan instruirnos, y pedirlas que nos expliquen lo que no entendemos"

En tercer lugar es menester oír con la debida atención a las personas que nos instruyen, para aprovecharnos como corresponde de su enseñanza, y no perder el tiempo en bagatelas, o distraernos en otros pensamientos, enfadando a los maestros, y haciéndoles gastar en balde el tiempo y el trabajo.

Los errores en juzgar y raciocinar nacen principalmente, o de querer raciocinar, ignorando los fundamentos de las cosas, o de querer juzgar de ellas, sin haberlas examinado bien.

Conviene además de esto saber formarse acerca de cada cosa con principios exactos; y de estos principios saber sacar exactas y legítimas consecuencias.

La razón y los conocimientos nos distinguen de los animales. ¿Qué vergüenza pues sería para nosotros el quedar por culpa nuestra sepultados en la ignorancia, y parecernos a ellos?

Además de esto, cada uno está obligado singularmente a procurar enriquecer su entendimiento con útiles conocimientos, a hacer buen uso de su razón, y a emplear bien los talentos que ha recibido de Dios, so pena de dar una estrechísima cuenta de ellos.