Tarde diecisiete. Conducta que se debe observar en el baile.

"El baile, dice el lord Chesterfield, aunque es un pasatiempo tonto y frivolo, es una de aquellas locuras con las cuales es preciso que los hombres de juicio se conformen algunas veces; y si se conforman, es preciso que lo hagan en regla."

Lecciones de moral, virtud y urbanidad.

 

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Del baile.

"El baile, dice el lord Chesterfield, aunque es un pasatiempo tonto y frivolo, es una de aquellas locuras con las cuales es preciso que los hombres de juicio se conformen algunas veces; y si se conforman, es preciso que lo hagan en regla."

La cortesanía exige que los que se presenten a bailar tengan las manos cubiertas con guantes; y también que el hombre no baile siempre con la misma pareja o señora. Los hombres delicados, finos y corteses tienen un cuidado especial en sacar a bailar a aquellas a quienes la naturaleza o el tiempo las va malquistando con los hombres. Semejante miramiento o fineza, a la cual no tiene derecho un sexo en guerra con los atractivos, merece que se pague con todo el agrado y amabilidad que dictan la urbanidad y el amor propio lisonjeado. Ninguna señora debe negarse a salir a bailar con un caballero, o en tal caso, debe abstenerse de bailar durante toda la noche. Esta regla de urbanidad, por dura que parezca, alcanza a todas las señoras y señoritas indistintamente.

El baile como la conversación no debe ser propiedad de unos cuantos; requiere que todos alternen y participen de este placer.

El baile enciende la sangre, pone en movimiento las pasiones; es menester pues saberlas reprimir, y no entregarse a una alegría inmoderada. Debe reinar la mayor compostura, y decencia en los trajes, en los movimientos y actitudes. La mujer, que se presenta poco honestamente, no debe extrañar que piensen mal de ella. El pudor realza la belleza más que todos los adornos que pueden inventar las modistas.