Bautismo de Príncipes e Infantes.
Los bautismos de los Principes e Infantes se celebran de ordinario en la Parroquia de Palacio.
Los bautismos de los Principes e Infantes se celebran de ordinario en la Parroquia de Palacio.
Hácese un pasadizo de madera entablado, al cual se baja desde la pieza donde espera el acompañamiento, que después que se labró es el saloncete que está sobre el zaguán y sirve para este efecto. Quítase el balcón más conveniente para la salida; la escalera es del ancho del pasadizo, que suele tener de veinte a veintidós pasos, y el pasadizo siete de alto, para que por debajo pueda pasar la gente de a pie acomodadamente.
Algunas veces, por ser el tiempo riguroso, se ha cubierto y colgado por la parte del cerco; así se hizo en el bautismo del Principe Don Fernando, que fué en la Iglesia de San Gil, siendo Parroquia de Palacio, en 4 de Diciembre del año de 1531; pero lo regular es poner verjas torneadas de tres pies de alto y plateadas y doradas por una y otra parte, y a trozos, pedestales con remate; la Iglesia se entabla para que quede al alto del pasadizo, y en medio de la Capilla mayor se hace una tarima de doce pies en cuadro, a la cual se sube por dos gradas; en medio de ella se pone la pila, y por no haber capacidad en la Iglesia de San Juan, que hoy es Parroquia de Palacio, para poner la cama en que han de desnudar a Su Alteza, se suele quitar la reja de la Capilla que está a la parte del Evangelio, para que quede más desembarazada.
Todo lo cual se ejecuta por el Superintendente de las obras Reales.
Resuelto el día en que se ha de celebrar este acto, envía Su Majestad orden al Mayordomo Mayor para que prevenga lo necesario, y él distribuye entre los mayordomos las que han de observar, encargando a uno la asistencia de la antecámara de S. A. para decir a los Grandes que estuvieran nombrados por S. M. la insignia que han de llevar y el lugar que conforme a ellas les toca.
A otro la Iglesia, para que no haya desorden en la entrada, reciba los Consejos y les advierta el lugar que han de tener, que es en la nave de la parte de la Epístola, entrando por la puerta que está en ella, y al Semanero la planta del acompañamiento para que la haga guardar y no haya desorden.
También la envía S. M. a su Caballerizo Mayor y al Mayordomo Mayor de la Reina e Infantes, para que estén advertidos por lo que toca a sus oficios.
Al Presidente de Castilla, para que se halle con el Consejo en la Parroquia y que avise a los Consejos de la Corona de Castilla, que son Indias, Órdenes y Hacienda, que hagan lo mismo.
También se avisa por orden de S. M., para que estén en la Parroquia, a los Consejos de Aragón, Inquisición, Portugal, Italia y Flandes.
A los Cardenales envía S. M. recado con un Secretario, para que se hallen allí.
Al Capellán Mayor, orden de S. M. para que avise al que ha de hacer el Oficio, que suele ser algún Cardenal, o el Nuncio Apostólico, a quien S. M. quiere hacer este favor, y a los Prelados que hubieren de asistir con él.
Alfómbrase todo el lado del pasadizo y la escalera por donde se empieza a bajar a la Iglesia, y gradas y Capilla donde ha de estar la cama.
Sobre la puerta de la pieza por donde se empieza a bajar al pasadizo se pone un dosel, y otro a la pieza de la Iglesia en correspondencia, colgado de los lados lo que pareciese necesario y decente.
La Iglesia y Capilla donde ha de estar la cama, se cuelga de tapicerías ricas.
Pónese un aparador al lado del Evangelio con cuatro fuentes y dos aguamaniles de oro, que es la ofrenda que se suele dar a quien hace el Oficio, y allí tiene el recado de su Pontifical, y al lado de la Epístola se pone otro con fuentes, aguamaniles y la demás plata que lleva el oficio de la Guarda-joyas de S. M. para el servicio de este día.
El oficio de la Furriera de S. M. pone tres bufetes más abajo de la Guarda-joyas, frente de la tarima del Bautismo, los cuales cubre el oficio de la tapicería con sobremesas ricas, para poner en ellos las fuentes de las insignias.
En la Capilla que está al lado del Evangelio pone la tapicería una cama rica, para acomodar a S. A.
encima de la tarima que está en la Capilla mayor arma otra cama sin cortinas, y debajo se pone la pila, que para este efecto se suele traer del lugar de Canguela, en Castilla la Vieja, la pila en que se bautizó Santo Domingo, que está en un monasterio de su Orden, y el cuidado de esta diligencia suele correr por el Padre Confesor de S. M.; suele estar cubierta por un tafetán hasta el tiempo del bautismo.
En la antecámara de S. A., debajo de un dosel sobre tres bufetes, tiene la Guarda-joyas de S. M. las fuentes con el capillo y vela, pintadas las armas Reales, aguamanil, mazapán, salero y toalla.
La Guarda-joyas de la Reina los cubre con fruteros, y de allí los toman los Grandes a quienes toca, a su tiempo.
Júntanse en la antecámara de S. A. los Embajadores, Grandes, Mayordomos, Gentiles-hombres de la Cámara, Consejeros de Estado y Gentiles-hombres de boca, y en la pieza que está sobre la escalera los demás que por sus oficios tienen lugar en el acompañamiento.
Las puertas de la antecámara, saloncete y escalera tocan a los Mayordomos de la Casa de la Reina, porque se regula todo por el cuarto del Infante.
El acompañamiento se compone y ordena en la forma siguiente:
Todos los Alcaldes de Corte, con sus varas.
Pajes de S. M., y su Ayo o Teniente.
Gentiles hombres de la Casa.
Títulos y Gentiles-hombres de boca.
Mayordomos del Infante, si le hubiere y tuviese casa, sin bastones, y en medio de ellos cuatro Maceros con las mazas. Mayordomos de la Reina, con bastones. Mayordomos de S. M., con bastones. Grandes.
Reyes de armas, con las cotas de las armas Reales.
Los Grandes que llevan las insignias, descubiertos.
El Príncipe o Infante que ha de ser bautizado, unas veces va en brazos de algún Gran Señor, a quien S. M. hace tan señalado favor, y el traje que lleva suele ser una ropa grande, y no siendo persona Real va descubierto; otras veces va en silla en brazos de su Aya, y le llevan los Reposteros de camas con unas bandas al cuello, y ayudan los Ayudas de Cámara, para más seguridad.
Si va en el acompañamiento algún Infante, como sucedió en el de la Serma. Infanta Doña Margarita María Catalina, que se bautizó en 8 de Diciembre de 1635, toma el lado derecho; si hay Cardenal, el izquierdo, un paso más atrás.
Cuando no hay personas Reales ni Cardenales en el acompañamiento, suele ir al lado derecho de quien lleva a S. A. el Nuncio Apostólico, y al izquierdo el Embajador, como se hizo en el bautismo del Príncipe Don Fernando en 16 de Diciembre de 1531, y en el del Rey Nuestro Señor Don Felipe III, que esté en gloria, a primero de Mayo de 1538, que ambos se celebraron en la Iglesia de San Gil, Parroquia de Palacio.
Siguen los Embajadores, en dos hileras a los lados, por sus procedencias.
Luego los Padrinos, y si son personas Reales lleva la falda la Camarera mayor a la Madrina, y a su lado, a la mano derecha, va el Aya, y un poco más adelante, en la línea del acompañamiento, el Mayordomo mayor de la Madrina, y al lado izquierdo el Ayo, o Mayordomo mayor del Padrino, y de los Infantes; las Dueñas de honor, detrás en las hileras.
La Guarda mayor sola, en medio.
Las Damas de dos en dos, dadas las manos.
Los últimos los Guardas de Damas.
Su Majestad suele estar secreto en la Iglesia, en alguna tribuna o balcón.
Como va llegando el acompañamiento a la Iglesia, se van quedando a la puerta de la Iglesia, arrimados a las barandas o cajas los que no tienen precisamente que hacer, porque no embaracen.
Al son de chirimías y ministriles sale a la puerta el Prelado que ha de hacer el Oficio, y los que le asisten, revestidos de Pontifical, y los Capellanes de honor, que sirven a los Pontificales, con la paz, y van constituyendo las ceremonias de la Iglesia, hasta llegar a la pila.
Desnuda el aya a la criatura en la cama que está prevenida, asistida de la Azafata, Ama y Comadre, que para este efecto se adelantan a esperar allí, y en el ínterin la Capilla canta diferentes motetes en la tribuna de la Iglesia, al son de los instrumentos, chirimías y ministriles.
Las Damas ocupan la nave del lado del Evangelio, y los Caballeros conservan sus lugares.
Los Grandes ponen las insignias encima de los bufetes que están prevenidos, de donde las sirven cuando es necesario.
Acabado el bautismo, se desnudan los Prelados, que vuelven con el acompañamiento a Palacio cerca de las Dueñas de honor.
S. M. se halla con la Reina a recibir a S. A., con que se da fin a esta función.
Algunas veces se celebran los bautizos en la Capilla Real, saliendo por los corredores en público, como se hizo el de la Serenísima Infanta Doña Mariana Antonia Dominica Eusebia, a 2 de Febrero del año de 1635, y el de la Serenísima Infanta Doña María Teresa, en 3 de Octubre de 1638.
Otras veces, retirados en ocasión de lutos, saliendo desde el salón a la Capilla por las tribunas donde S. M. oye Misa.
Si el bautismo no es de Príncipe heredero o Señora Infanta primogénita, no llevan los Maceros mazas, ni van en el acompañamiento.
Reyes de armas; los Grandes van en su lugar, y las insignias las llevan después de ellos los Mayordomos del Rey y Reina.
Si la Infanta que se ha de bautizar va en silla, los padrinos van delante, como sucedió en el de la Serenísima Infanta Doña María Antonia Dominica Eusebia, en 2 de Febrero del año 1635, que fué padrino el Príncipe Nuestro Señor; y algo atrás iban acompañándole el Cardenal Zapata y el Conde Duque de San Lúcar, y después seguía la Madrina, que fué la Duquesa de San Lúcar, sirviéndola de bracero el Marqués de Leganés.
Y en esta ocasión, por ser el Príncipe Nuestro Señor tan niño que no podía tener en brazos a la Señora Infanta, iba para este efecto al lado izquierdo de la silla el Conde de Niebla, descubierto, con su ropón de tela y banda carmesí al cuello.
Habiendo silla, no tienen lugar los Embajadores; y así, suelen estar en alguna tribuna.