Discurso de Sidi Abd El Sadok. Lectura: Padre Lerchundi.
Señora:
S.M. Sherifiana ha de experimentar profunda amargura cuando reciba la triste nueva de la desgracia que todos lamentamos.
V.M. ha perdido el mejor de los Esposos, y España el mejor de los Reyes; el Sultán, mi Amo, ha perdido el más sincero de sus amigos, y Marruecos su más firme y leal aliado.
Por ello, españoles y marroquíes llevamos luto en el alma, y de mí sé decir que, desde que llegué a Madrid, he sentido muchos pesares; mas renuncio a relatarlos por no contristar el ánimo de V.M.
El Dios que todo lo dispone allá en sus inexcrutables arcanos, lo ha querido así, y Él ha de dar a V.M. fortaleza y resignación, como ya le ha dado tantas otras virtudes para labrar la ventura de España.
La misión mía en estos momentos es procurar que al amparo de V.M. continúen tan cordiales e íntimas como en vida del Rey Alfonso las relaciones entre dos naciones vecinas, cuyos intereses son afines, y podré felicitarme si tengo la dicha de asegurar a mi Amo (Dios le sea propicio) que V.M. se encuentra animada de los mismos sentimientos del que en vida fué su amigo más querido y respetado.
S.M. Sherifiana verá con el mayor placer aseguradas las buenas relaciones de Marruecos con España, pues comprende que, separados los dos países por la extensa costa que de África mira a España, sus queridos subditos necesitan estar en comunicación frecuente con el comercio español.
El Embajador terminó su discurso haciendo votos por la vida de S.M. la Reina y por la ventura de la Nación española.