Recepciones y banquetes. III.
Recepciones y grandes comidas para agasajar, tanto a los personajes del país, como a los individuos de la Corte, del Gobierno y del Cuerpo Diplomático.
Recepciones y banquetes.
Una de las cuestiones más complicadas en una comida, no es redactar las invitaciones, ni formar el menú, que con ayuda del Gouffé, y algún conocimiento del Diccionario culinario de Alejandro Dumas y de la Fisiología del gusto de Brillát-Savarin, y sobre todo con el concurso de un buen jefe de cocina, se puede disponer de modo que sea digna de Lúculo; no es tampoco el decorado de los salones, ni la disposición de las flores y de las plantas, la librea de los lacayos y el frac de los criados, el resolver el problema del alumbrado o el adorno de la mesa del comedor en lo que consiste esta dificultad, sino en la colocación de los puestos en la mesa, que regularmente hay que consultar con el Introductor de Embajadores o con el Grand Maréchal de la Cour, por ser el punto más delicado y lo más difícil de resolver para el Jefe de una Misión que desea dar una comida oficial y quiere evitar disgustos y reclamaciones.
Cuando un Representante diplomático tiene que dar en su casa un almuerzo o una comida a algún Príncipe de la Familia Real de su nación, previa la venia de la Persona Real para ofrecerle el convite, y después de informarse a la hora que desea que tenga lugar, y de las personas que permite se conviden, se prepara la mesa sin designación de puestos, cediendo la presidencia, en virtud de la teoría de la exterritorialidad a los Príncipes, y estos son los que designan, en el momento de sentarse a la mesa, quiénes deben estar a sus lados y en qué orden se han de colocar los asistentes.
Fuera de este caso especial se dibuja la mesa, conservando, como es natural, su sitio el Representante de S.M. que, si es viudo o soltero, y no vive con él ninguna señora de su familia, debe, según la costumbre diplomática, invitar a que le acompañe para hacer los honores de la casa a la señora del Secretario de mayor categoría que tenga en su Misión; y si no hay Secretario casado, entonces tiene que rogar a la señora del Decano del Cuerpo Diplomático que le haga este favor, y en algunos casos, es correcto invitar también a este efecto a una señora de la sociedad del país, que a su elevada posición reúna la circunstancia de tener sus salones abiertos, sobre todo para los individuos del Cuerpo Diplomático.
La señora del Representante, o la que haga los honores de la comida, ocupa su sitio en frente del amo de la casa, pero hay pareceres encontrados de cuál es el sitio preferente en estos dos casos. Si el Representante es casado, indudablemente el primer puesto de honor es la derecha del ama de la casa; pero si la que hace los honores no es su esposa, entonces el primer puesto es la derecha de dicho Representante.
En Francia, cuando asiste a una comida el Ministro de Negocios Extranjeros en casa de un Diplomático soltero o viudo, exige ocupar el sitio en frente de éste, y la señora que hace los honores ocupa entonces el que le corresponde por su categoría (Nota 1).
En las grandes comidas está permitido el dar a los caballeros, antes de pasar al comedor, una tarjeta en que esté dibujado el plano del comedor, con la indicación de la puerta de entrada, y la mesa con el número de convidados, y en el puesto que le corresponda, su nombre y el de las personas que tenga a su lado. Si debe llevar del brazo una señora para acompañarla a la mesa, honor reservado naturalmente a las mayores categorías, y en igualdad de circunstancias, dando la preferencia a los casados sobre los solteros, se indica al pie de la tarjeta en esta forma:
Son Excellence Monsieur ...... est prié de vouloir bien offrir le bras à Madame ...... et de s'asseoir à table à sa gauche, ó bien, de la placer à droite de Mr. ...... et de s'asseoir á ......
Modelo tarjeta.
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( Nota 1). Sin embargo, últimamente, en un convite ofrecido por el Embajador de España en Paris, a varios personajes políticos españoles, el Ministro de Negocios Extranjeros, Alonsieur de Freyeinet, cedió el centro, frente al Embajador de España, al Sr. Martos, Presidente de la Cámara de Diputados, sentándose a su derecha. (Comida del 26 de Setiembre de 1886).
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