Ceremonial público. Protocolo de Estado y diplomático.

El Ceremonial Público es el conjunto de fórmulas en que se exterioriza la vida de relación de los Estados, o bien el conjunto de reglas y prácticas que establecen los Estados para ordenar las actividades públicas de sus dignatarios y de las autoridades oficiales extranjeras en visita o establecidas o acreditadas en su territorio.

 

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CEREMONIAL PÚBLICO.

De acuerdo con la opinión de varios autores, bajo la denominación universal ceremonial público el protocolo puede dividirse de la manera siguiente:

a) Protocolo de Estado (llamado también de corte o extranjero).
b) Protocolo diplomático o de embajada.
c) Protocolo de cancillería o interno.
d) Protocolo militar.
e) Protocolo de banderas.

La división anterior sólo se realiza con la finalidad de facilitar el estudio de esta ciencia, según las personas de que se ocupe o de las formalidades que de acuerdo con su competencia deba determinar.

EL PROTOCOLO DE ESTADO y DIPLOMÁTICO.

No hay sociedad sin jerarquía ni civilización sin ceremonial: es de todos conocido que el orden y la disciplina son indispensables en una comunidad. La sociedad impone respeto a ciertas reglas sin las cuales la vida en común no sería posible y derivaría en desconcierto.

El protocolo de Estado es el acatamiento estricto de ciertas formalidades y el conjunto de solemnidades que se observan en los actos oficiales. Consiste en el fondo en una preocupación inspirada en ciertas normas. Es en el protocolo, esto es, en las formalidades que los estados observan entre sí, en los miramientos que se deben, en los signos externos y la manera como comprenden sus deberes y derechos, donde la igualdad de estados recibe la ocasión especial de manifestarse.

Aunque el protocolo varía de un país a otro, existen ciertos principios generales, uno de ellos basado en la reciprocidad. El ceremonial crea para cada Estado los vínculos que permiten que las relaciones entre los gobiernos y los diferentes niveles oficiales, extranjeros y nacionales se desarrollen en una atmósfera de mutuo entendimiento y comprensión. El principio de reciprocidad es el mejor instrumento y, a veces, el único para sancionar una falta de cortesía o la aplicación arbitraria de una norma protocolar.

Mientras el ceremonial constituye la parte sustantiva de la convivencia internacional y se relaciona con el ambiente en que tienen lugar los vínculos pacíficos entre los estados, el protocolo, la parte adjetiva, reglamenta las normas que la rigen.

El cuidado con que los gobiernos se preparan para las conferencias y reuniones internacionales, con las solemnidades de las que se hallan revestidos afecta su buen éxito, ya que mal manejadas podrían llevar, eventualmente, a su fracaso.

La atención que cualesquiera de los gobiernos de un Estado quiera dar a la visita de un Jefe de Estado, ministro o embajador constituye una demostración del grado al que ellos desean llevar, mantener o incrementar sus relaciones, la dirección en la cual quieren que ellas progresen y el mejoramiento que esperan de su conducción.

Así, por protocolo diplomático debemos entender:

Aquel que vincula las relaciones existentes entre los agentes diplomáticos y las autoridades del Estado receptor. Con base en él se establecen: el orden de precedencias entre los diversos agentes; según su clase o rango; el orden de su colocación en las diferentes ceremonias a las que ellos tengan que asistir, la estructura o naturaleza de las recepciones de que sean objeto, bien individualmente (presentación de cartas credenciales, visitas de protocolo que corresponde hacer a los jefes de misión recién llegados, etcétera), bien en común, cuando asistan con otros colegas a actos preparados por el gobierno que los recibe.

De la misma manera, regula sus contactos con las autoridades y altos dignatarios locales y con los representantes de los demás Estados; los procedimientos que deban adaptarse en razón del fallecimiento de un Jefe de Estado, Jefe de misión o de un agente diplomático acreditado ante el gobierno receptivo; los preceptos de las manifestaciones de bienvenida y despedida a todos los agentes diplomáticos y, en fin, ajustándose al orden de precedencia ya descrito en los actos oficiales, a los que concurran altos funcionarios del Estado y del cuerpo diplomático al mismo tiempo.