Agregados Militares y Navales. I.

Su misión principal es tratar de averiguar y conocer, tanto respecto de los defectos, como de los adelantos militares de un país.

Guía de Protocolo Diplomático.

 

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Agregados Militares y Navales a las Embajadas y Legaciones de España en el extranjero.

La institución de los Agregados militares y navales, es ya algo antigua, y aunque su creación no se debe más que a la creciente preponderancia del elemento militar, que sobre todo en estos últimos tiempos, se ha impuesto en Europa mucho más, que a principios del siglo, cuando las victorias de Napoleón I parecía que debían haberle conquistado el mundo entero; es lo cierto que, la costumbre de acreditar Agregados, y hasta Plenipotenciarios militares, en todas las Cortes y capitales, es hoy tan general, como la de enviar Misiones diplomáticas.

No se necesita entrar en grandes disertaciones para probar que, casualmente por haberse generalizado esta costumbre, el resultado que se puede sacar de ella no es muy práctico ni provechoso; pues todo lo que puede averiguar y conocer, tanto respecto de los defectos, como de los adelantos militares de un país, un Agregado militar, lo están conociendo y averiguando otros en su misma patria; siendo esta misma reciprocidad, precisamente, la que al mismo tiempo que disminuye las ventajas que debía proporcionar el establecimiento de las Misiones militares, les quita también todo carácter antipático o dudoso, aun a los ojos de los patriotas más desconfiados y suspicaces.

Los Agregados militares, son más bien un cargo de honor y de pura cortesía, porque hay quien supone, que con el frecuente cambio de publicaciones técnicas que tienen todos los Ministerios de la Guerra en Europa; enviando comisiones de Oficiales escogidos, para que asistan a las grandes maniobras militares, a las experiencias de máquinas de guerra, y en general, a toda prueba de invenciones notables; y para que visiten también los grandes establecimientos y las fábricas de armas, municiones, pertrechos y equipos para la tropa, sería suficiente para conocer y estudiar los adelantos de cualquier ejército y de la Administración militar de un país, a lo menos en todo aquello que un Gobierno prudente y bien constituido permite que se sepa de su organización militar; tanto más, cuanto que precisamente a causa de los recientes escándalos, producidos por el descubrimiento de algunos casos de espionaje militar en varios Estados, los Gobiernos han redoblado la vigilancia y la reserva en todo lo que se relaciona con el arte de la guerra.

Se sabe también, además, que ningún Gobierno hace misterio alguno de ciertas cosas de su organización militar, y que por el contrario, exhiben con cierta complacencia todos ellos la parte concerniente a Reglamentos orgánicos, a la administración y a la táctica y estrategia; siendo, en cambio, todos en general reservadísimos en lo que se refiere a los armamentos, concentración y movilización de fuerzas y sistema de defensa y fortificaciones.

De todo esto resulta, que como lo que puede estudiar y averiguar un Agregado militar, es lo que se le permite ver y conocer, no pudiendo adquirir datos por medios reprobados, que ningún Oficial, y menos revestido de ese carácter, podría aceptar el encargo de obtenerlos, el espionaje militar impone a los Gobiernos grandes sacrificios financieros, a los que se han venido a agregar hoy el gasto enorme de las Comisiones militares, y finalmente, el de enviar Misiones permanentes, que, estableciendo una especie de guerra pacífica de averiguaciones y conocimientos, podrían ser sumamente útiles, si no fuera la vigilancia, en cuanto se refiere a la organización militar de los Estados, uno de los deberes de la diplomacia.

Es más, como la diplomacia militar, lo mismo que la civil, tiene muy limitada su acción en cierto sentido, por los deberes que impone la hospitalidad; por grande que sea el celo de los Agregados militares, no pueden tampoco salirse de cierta esfera de acción, que es bastante reducida. El límite donde acaba la intervención y el perfeccionamiento de conocimientos técnicos, y empieza el espionaje, con la compra de secretos y de documentos, y en una palabra, cuanto puede poner a un militar enviado en Misión diplomática al extranjero fuera de la protección del derecho de gentes, es sumamente difícil de fijar; pero de todos modos, estas Misiones, provechosísimas personalmente para el Jefe u Oficial que las ha desempeñado, no dejan a su país un beneficio que compense su peligrosísima institución, y no pueden considerarse más que como una creación de cortesía militar.

Casi todos los países eligen para desempeñar estos delicados cargos a los Jefes y Oficiales más brillantes y estudiosos de las armas especiales; y en algunas naciones, para ser Agregado militar se necesita haber seguido los cursos de las Escuelas superiores, o de ampliación de estudios de Guerra.

En España, salvo algunas excepciones, se confían estos puestos a los Jefes y Oficiales (Capitanes) del arma de Artillería o del Estado mayor.