La dureza del Protocolo. Cuando el Rey no sintoniza con el Presidente
El episodio más humillante... fue el frustrado viaje del Monarca a Cuba... pero muchos otros episodios que dejaron ver la mala sintonía del Rey con Aznar
Anécdotas del Rey Juan Carlos I y la mala sintonía con José María Aznar
"Cuando Rafael Arias-Salgado estaba a punto de ser cesado como ministro de Fomento, un puesto que el presidente había prometido a Francisco Álvarez-Cascos, alguien le pidió al Rey que intercediera con Aznar para que éste le confiara la cartera de Asuntos Exteriores. La respuesta de aquél fue:
"Uff... Basta que yo le recomiende a alguien para que Aznar le deje automáticamente fuera".
"El episodio más humillante (...) fue el frustrado viaje del Monarca a Cuba. Hacía tiempo que don Juan Carlos venía acariciando el deseo de acudir a La Habana en 1998 para conmemorar el centenario de la independencia cubana (...). Semejante decisión era de exclusiva competencia del Gobierno (...). Sin embargo, en la Casa de su Majestad se estimó que si hubiera habido buena voluntad por parte del presidente, la visita real no tenía por qué contrariar dicha política (...). El régimen cubano es, ciertamente, una dictadura (...). En todo caso, el Presidente no tenía derecho a menospreciar a Su Majestad. Aznar fue innecesariamente cruel al expresar ante los periodistas (...) aquella inolvidable frase:
"El Rey irá a Cuba cuando toque".
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"Igualmente ultrajante para el Monarca fue el protocolo enviado por La Moncloa para el desarrollo de la primera visita a España del presidente de los Estados Unidos, George Bush, y de su esposa (...). Sólo se programó un breve encuentro oficial de los Reyes con el matrimonio (...). En círculos cercanos al Monarca se calificó este almuerzo (el que tuvieron con los Aznar) de 'suplantación', pues era a don Juan Carlos a quien le debería corresponder la presidencia del primer almuerzo del ilustre visitante".
"La confrontación que ha tenido más consecuencias se produjo con motivo de la invasión de Iraq (...). Un testigo de excepción del enojo real me lo expresaba con toda viveza, con palabras que recojo textualmente de mi grabadora: "Yo, que conozco desde hace muchos años al Rey, en mi vida le he visto tan cabreado. Estaba súper, súper, súper cabreado. Dijo unas cosas de Aznar... Le indigna que corte lo que para el Rey es fundamental: el turno pacífico P.S.O.E.-P.P. Todas las descalificaciones al P.S.O.E., al Rey le ponen malo". La charla con don Juan Carlos se produjo, según mi excepcional testigo -llamémosle señor X-, en los siguientes términos:
Su Majestad:
- Lo que más me subleva es que me haya engañado. No me ha contado la verdad sobre el tema.
- ¿Tú qué me aconsejas?
Sr. X:
- Señor, creo que debería poner por escrito su opinión y debe trasmitírsela para que no haya equívocos.
Su Majestad:
- ¿Y cómo puedo yo señalar que no estoy de acuerdo?
Sr. X:
- De ninguna manera. Sería anticonstitucional.