Despistes con el protocolo.

Los representantes del Ejecutivo no tuvieron ayer un buen día con el protocolo.

 

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Los representantes del Ejecutivo no tuvieron ayer un buen día con el protocolo.

Y no es porque las reglas ceremoniales con la Santa Sede sean especialmente complejas, sino porque se apreciaba cierta falta de práctica en la relación con los eclesiásticos. Según se pudo apreciar en las imágenes de televisión, ninguno de los asistentes realizó la suave inclinación que el protocolo marca para el momento de estrechar la mano del Pontífice. La ausencia de este gesto -que también es habitual con otros altos mandatarios, como en el caso español, Sus Majestades los Reyes- fue entendida de diferente forma según quien hiciera la interpretación. Para algunos fue despiste o desconocimiento. Para los más malintencionados, fue un desaire hacia el Papa.

Pero, sin duda, la «perla» de los despistes, fue la curiosa explicación que fuentes de Moncloa hicieron de los regalos con que Benedicto XVI obsequió a los presentes. Según manifestaron poco después de la salida, el Pontífice había regalado a Rodríguez Zapatero una «Biblia antigua», cuando en realidad se trataba de un facsímil de la encíclica «Codex Vaticanus» de 1209.

Además, añadieron, a las «señoras» les había obsequiado con «un collar de perlas con una cruz». Sin embargo, el Papa no hizo ayer ninguna innovación, sino que les entregó el mismo recuerdo que entrega siempre en cualquiera de sus audiencias. El problema estuvo en que los representantes de Moncloa -y esta vez sólo pudo deberse a la ignorancia- confundieron con un collar... el tradicional rosario de cuentas nacaradas.