El protocolo de la payesía estaba muy relacionado con los usos y costumbres.
Básicamente, era una especie de código de conducta que indicaba cómo se tenían que hacer las cosas para que estuvieran bien hechas según mandaban los usos y costumbres.
Antoni Manonelles, habló sobre un tema sugerente: «Protocol a la pagesia. Una de compliments»; sobre las formas de comportamientos habituales en las distintas situaciones sociales que se daban en la vida rural.
«Básicamente, era una especie de código de conducta que indicaba cómo se tenían que hacer las cosas para que estuvieran bien hechas según mandaban los usos y costumbres, con los que está tan relacionado; de forma que a veces no está claro dónde acaba una costumbre y dónde empieza un hecho protocolario», explicó a este periódico el investigador ibicenco. «Cada cultura tiene su protocolo propio. La payesía ibicenca forma una unidad cultural, y una de las formas de manifestarlo es el protocolo que hace servir en cada ocasión», añadió.
La mayor o menor rigidez del protocolo no era siempre fácil de entender. «A veces era bastante laxo, permitía bastantes fórmulas; en cambio otras se hilaba tan fino que era fácil meter la pata. Por ejemplo, entre tirar un tiro al aire y decir a continuación bona nit o hacerlo al revés, había tanta diferencia como entre dar a entender que estabas contento o enfadado».
Manonelles subrayó que hay algunos usos protocolarios «importantísimos, que para nosotros están bien claros, pero cuando vas a otros lugares pueden llegar a producir malentendidos increíbles que a menudo resultan embarazosos para ambas partes».
En cualquier caso, y aunque aún persisten algunos usos del protocolo payés (sobre todo en el lenguaje), «se van perdiendo al mismo ritmo, o incluso más rápido, que otros elementos distintivos de nuestra cultura. Ya lo tiene difícil, pues se va imponiendo esa mezcla que va imponiendo la cultural global que nos come todas las diferencias culturales», lamentó el ponente.