Carta de un joven contestando a la carta de su amada.
Carta de un joven contestando a la carta de su amada.
Carta de un joven contestando a la carta de su amada.
Sra. D.ª Ana Gamindez.
Trujillo...
Al fin Anita mía, amada, he recibido su favorecida de Vd. de esta fecha. Luchando entre el temor y la esperanza, he tenido entre las manos su deseado papel sin atreverme a abrirlo, temeroso de hallar en él un desengaño, y ansiando leerlo juzgando que tal vez cansado el hado de perseguirme hallaría en él un motivo de jubilo y placer.
Decidime por fin a lo último, y cual no ha sido el gozo de que mi corazón se ha hallado inundado cuando al devorarlo con la vista, he juzgado hallar en él materia suficiente para llenarme de orgullo, y prometerme quizá que ¿mi amor sea correspondido? ¿Seré dichoso hasta el extremo de poder hacer a Vd. participe de la pasión que me devora? ¿Pero a dónde me conduce mi orgullo?
Vd. dice tan solo en su apreciable carta que no muestra por mi el menor sentimiento de aversión, y esto solo debe hacerme creer que soy a Vd. indiferente. Pero no; si fuese a Vd. tan solo indiferente no me hubiera ya contestado. Lo ha hecho Vd. de consiguiente debo pensar soy a Vd. algo más que indiferente y que si no me ama, quizás no le sea a Vd. difícil el hacerlo.
Manifiesta Vd. los deseos que abriga de que exponga mis intenciones a sus señores padres; y que Vd. se sujetará siempre a su voluntad. Sus deseos de Vd. en esta parte son los míos, pero antes de dar este paso es indispensable me satisfaga a una pregunta dictada no por mi curiosidad sino por mi amor. ¿Si Vd. fuese absolutamente independiente de la voluntad de otro, y ofreciese a Vd. mi mano, la aceptaría Vd. con gusto? Es cuanto deseo saber pues la respuesta de Vd. deberá trazarme la conducta que debo seguir.
Por Dios, Anita mía, no deje Vd. de contestarme pronto pues los instantes que tarde en recibir la respuesta serán siglos para su apasionado,
J. Falcon.