La modestia en el niño bien educado
La modestia es el fruto sazonado de la buena educación recibida durante la infancia
Los buenos modales de los niños modestos con buena educación
Aquella urbanidad
1. ¿Cuál es la virtud que más adorna al niño?
La modestia, fruto sazonado de la buena educación, por la cual está convencido de que todo lo bueno que tiene se lo debe a Dios, por lo cual no se envanece de sus cualidades.
2. ¿Cuáles son los vicios más opuestos a la modestia?
La soberbia, que es un amor exagerado de sí mismo, con desprecio de los demás, y la vanidad que busca en todo alabanzas y privilegios.
3. ¿Qué hemos de pensar para huir de la soberbia?
Que es causa de muchos pecados y que atrae la cólera divina. Pues Dios, que ensalza al humilde, humilla al soberbio.
4. ¿A qué se puede comparar la soberbia?
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A la hiel, que amarga y corrompe los alimentos más dulces y sabrosos. También la soberbia malogra e inutiliza el talento y las buenas cualidades.
5. Los que se envanecen porque son ricos o listos, ¿qué han de pensar?
Que esos bienes no son suyos; son de Dios, que se los ha regalado y les pedirá estrecha cuenta de ellos.
6. ¿Qué conviene recordar a los que se envanecen por su hermosura?
Que se pierde fácilmente y que los que vanamente la ostentan caen en ridículo ante las personas que advierten su vanidad.
7. ¿Es modestia todo lo que parece serlo?
No, a veces es cortedad ridícula y otras veces hipocresía mala, pues la modestia fingida es defecto muy grave.
8. ¿Dónde encontrará el niño hermoso ejemplos de modestia y humildad?
En la vida de los santos, todos ellos fueron modelos admirables de esas virtudes.
San Vicente de Paul tenía por costumbre no hablar sin necesidad de lo que podía redundar en gloria propia. Viajando una vez con dos sacerdotes, con ánimo de divertirles se puso a contar un caso muy gracioso que le había pasado pocos días antes. En medio del relato y cuando con más gusto le escuchaban, paró de contar, se dio un golpe en el pecho y, como hablando consigo mismo, dijo en alta voz:
"Eres un pobre orgulloso y no sabes hablar más que de ti".
No dijo más por entonces, pero al llegar a la posada y estando en la misma habitación con los otros dos sacerdotes, se pudo de rodillas ante ellos y les pidió perdón por el mal ejemplo que les había dado.
Los buenos modales del niño modesto
Los malos modales del niño soberbio
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