Hipocresía o buena educación

No parece discutible que las buenas formas y maneras son absolutamente necesarias y una actitud correcta para una convivencia cívica correcta y útil para la convivencia...

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La necesidad de las buenas formas y las buenas maneras

Periódicamente, en todas las culturas y muy posiblemente desde tiempo inmemorial, el ciudadano normal, se queja o denuncia como siente que en su entorno y convivencia prolifera la mala educación, sin distinción de clase social, formación intelectual, edad, etcétera.

Actualmente el valor antes dado a las buenas maneras, incluso en muchas ocasiones forzadas hipócritamente, por motivos interesados, más que por buena educación, proyectando una falsa imagen ante situaciones en entornos jerárquicos superiores o por intereses económicos, laborales, etcétera.

Hoy esos valores quedan relegados en la mayoría de los ambientes con los que convivimos. Y el cambio fundamental a mi parecer consiste en que incluso se fuerzan situaciones para no ser juzgado negativamente como integrante de un grupo "elitista", algo mal visto para muchos hoy en día.

¿Son necesarias las buenas maneras?

No parece discutible que las buenas formas y las buenas maneras son absolutamente necesarias y una actitud correcta para una convivencia cívica correcta y útil para la convivencia, en cualquier ambiente, familiar, laboral, profesional, lúdico y demás facetas de nuestra actividad cotidiana.

Por lo antes indicado, da cierto pudor y cuesta tratar este tema sin caer en la poco atractiva cursilería, pero si intentamos identificar el porqué o la etiología de esta progresiva mala educación, es muy fácil si observamos el ambiente en que estamos inmersos, con lo que nos trasmiten los comportamientos de personas que parecen haber triunfado en nuestro entorno social dado el nivel de notoriedad, barrenada por sus apariciones en los medios de comunicación.

Así es muy frecuente en cualquier faceta o actividad en la que el personaje de turno, político, artista o incluso intelectual, al mostrase públicamente, a través de una entrevista, discurso, coloquio, etcétera, no caiga en la chabacanería intentando dar naturalidad a su actuación.

El culmen de la mala educación es la denominada "zafiedad" y la cantera interminable de la misma la televisión a través de algunos programas curiosamente con importantes audiencias, por lo que no se puede excluir a ninguna cadena, ni siquiera a las dependientes de la administración pública, pero algunas representan la autentica universidad en la propagación de lo zafio, y frecuentemente superando a los antes mencionados personajes los locutores profesionales de estas emisoras.

Intentemos regresar a las buenas maneras, empezando en nuestros ambientes más íntimos, con naturalidad y rigor en nuestro entorno familiar con los de menor edad.