Deberes de la buena educación. Modo de hacer los honores de una comida.
Llegados a la mesa cada convidado saluda respetuosamente a la señora que ha conducido y ésta por su parte debe contestar con la mayor atención.
La invitación ha debido señalar exactamente la hora de la reunión y por vuesta parte debéis concurrir con la mayor exactitud. La mesa debe estar completamente dispuesta y la señora de la casa en el salón para recibir a los que lleguen. Luego que todos estén ya reunidos, un doméstico anuncia que está servido, pero los convidados deben aguardar para que se levante el dueño de la casa y ofrezca su brazo a la señora de más categoría, o bien sino hay señoras invite a los convidados a pasar a la sala del banquete cuyo camino debe indicarles pasando delante. Tan luego como el dueño de la casa haya ofrecido su brazo a alguna señora, el caballero de mas distinción debe hacer lo mismo con la señora de la casa, secundando el ejemplo el resto de los convidados y evitando no incurrir en la debilidad de ofrecer el brazo a señoras que os sean superiores en clase, a menos que ocurra el faltar o escasear los caballeros.
Cuando por el gran número de señoras que a una de estas reuniones concurren, algunas se queden sin caballero, deben levantarse sin dar testimonio alguno de incomodidad y seguir alegremente a los demás convidados.
Llegados a la mesa cada convidado saluda respetuosamente a la señora que ha conducido y ésta por su parte debe contestar con la mayor atención.
En este estado se debe procurar ver los nombres de los billetes colocados sobre las servilletas, pero siempre se debe aguardar que el dueño de la casa indique el puesto que cada cual debe ocupar.
Esta parte accesoria de un convite es de la mayor importancia y el que convida debe poner en ello el mayor cuidado, sobre todo si es jefe de alguna corporación o tiene una alta posición social, pues de la buena elección y señalamiento de puestos dependen el reconocimiento y placer de los convidados.
Colocar de un modo poco conveniente a su mesa un alto funcionario ocasiona muchas veces la adquisición de un enemigo.
El dueño de la casa debe tener en cuenta para el acierto, la superioridad de clase, antigüedad en el grado, la reputación, la consideración personal, y el lustre de la familia. También será bueno tenga en cuenta las simpatías de estado, de carácter y relaciones que pueden existir entre los convidados a fin de agrupar las personas que mejor se entiendan y agraden entre si. Esta sabia precaución asegura lo agradable de las conversaciones particulares, sin perjudicar a la conversación general. Algunas veces se usa poner billetes sobre las servilletas con el nombre de los convidados, para indicar los puestos que les están reservados, pero semejante medida aunque muy cómoda debe desterrarse en varios casos.
1. Cuando las comidas no son de ceremonia.
2. Cuando los dueños de la casa no quieren tomar sobre sí la responsabilidad de la colocación de los convidados.
Cuando se prescinde de dicho ceremonial de los billetes, los convidados eligen su puesto pero siempre después que los dueños de la casa han invitado a las personas más principales a que tomen los puestos próximos al suyo. Darse prisa a ocupar un puesto privilegiado o cómodo, sería una incivilidad.
Los dos caballeros de más consideración deben colocarse cerca de la señora de la casa, lo mismo también que las dos señoras de más distinción ocupar el puesto inmediato al del jefe de la casa. El lado derecho es especialmente el puesto de honor.
Si el número de los caballeros, es con corta diferencia igual al de las señoras, se los debe mezclar separando los casados y apartando los próximos parientes por la sencilla razón que encontrándose estas personas siempre reunidas, no es del caso que formen una sociedad aparte en una gran reunión.
Los convidados jóvenes o aquellos que sean de una clase inferior, se colocan al extremo de la mesa.
En las comidas de familia o de amigos puede ésta ser servida por mujeres, pero en convites de otro género, el servicio debe estar exclusivamente confiado a hombres. En los banquetes de gran ceremonia cuando los convidados entran en la sala donde está la mesa iluminada y cercada de sillas deben aparecer los domésticos vestidos de frac y guante blanco o con librea, la servilleta sobre el brazo y formando un círculo a alguna distancia de los convidados. Es muy indispensable hablar muy poco a los criados que sirven y valerse para mandarlos de señales o gestos. La destreza e inteligencia de los criados, dan una idea relevante de la casa en que se encuentran.
Para velar sobre el buen desempeño del servicio y que nada falte a sus convidados, los dueños de la casa se colocan ordinariamente en el centro de la mesa uno frente al otro (Nota 1).
Los dueños de la casa no deben jamás elogiar los platos que aparezcan en la mesa ni hacer excusas sobre la mala calidad de los mismos; y su deber es guardar silencio sobre este particular y dejar a los convidados el cuidado de hacer el elogio de la comida, pueden no obstante, para animar, a aceptar alguna cosa, decir que no es mala y manifestar su sentimiento si por casualidad falta algún plato, accidente del que un convidado no debe dar muestras de apercibirse y que debe atenuar en cuanto le sea posible.
No es de buen tono que el dueño de la casa apremie demasiado a los convidados para que coman ni que les cargue el plato contra su voluntad.
Hay con todo personas tímidas, a quien se debe reiterar las invitaciones pero debe hacerse siempre con gracia y delicadeza.
Cuando un plato es delicado y raro o ha tenido buen éxito, el dueño de la casa debe ofrecer de él hasta que se concluya o no deseen más los convidados.
Deben también procurar no tener un semblante inquieto ni dejar aparecer en su rostro las contrariedades que pudieran ocurrirles. Es conveniente se sirvan a sí propios de vez en cuando pues de otro modo sería una cosa desagradable para los convidados el ver que el dueño no tiene tiempo para comer, pero siempre que el plato de aquellos esté vacío debe alargarles el suyo.
Nota 1: Habiendo de tener un lugar muy especial en una de las obras que publicaremos, cuanto hace relación al orden de los platos y manjares, su mecánica disposición en una mesa, con los mil accesorios que a esto de refieren; omitimos algunos ligeros detalles contenidos en el original acerca de esta materia, creyéndoles también un tanto cuanto atrasados respecto a las exigencias y ceremonial que hoy rigen en los convites.