Aforismos y pensamientos sobre la urbanidad. Parte III.

Pensamientos y sentencias breves de carácter doctrinal que se proponen sobre los buenos modales y la urbanidad.

El hombre fino al gusto del día, o Manual completo de urbanidad, cortesía y buen tono.

 

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- Un viejo no ama a veces en sus amigos sino los testigos vivientes de los encantos y agrados de su juventud.

- El hombre necesita más de lo que se cree del sentimiento de admiración y se entrega a él voluntariamente cuando no encuentra rivalidad.

- La amistad es el resultado de las disposiciones de un corazón sensible, y de una alma generosa.

- El que ha sido amado de una mujer dulce, amable y de talento, éste ha gozado de la felicidad.

- La mujer entre los salvajes es una bestia de carga; entre los orientales un mueble; entre nosotros, un niño mimado.

- Alabad, admirad, asombraos, extasiaos, no temáis el propasaros en las lisonjas ni el entusiasmo al lado de las mujeres, seréis creídos.

- Las mujeres gustan del dominio por un exceso de amor propio, pues miran en él, el arrebato de las pasiones.

- Los que entran en el mundo con la pretensión de ser notados y producir efecto, jamás serán admisibles, por cualidades que les asistan, haciéndose cansados y frecuentemente ridículos. Los jóvenes que entran con estas disposiciones no pueden formarse, porque están fuera de estado de observar. No queriendo ver otra cosa sino la impresión que producen, aunque rara vez lo consiguen; procurando siempre apoderarse de la conversación; haciéndose enredadores y disertadores eternos; no escuchando a los demás sino con impaciencia o distracción; haciéndose los importantes por esencia, son más dignos de compasión que lo que se cree, y llegan a pasar toda su vida en la sociedad sin conocer sus encantos.

- Se cuentan muchas historietas falsas sobre las mujeres, que no son otra cosa que una débil compensación de las verdades que se ignoran.

- Hay personas que no tienen más dulzura que la precisa para hacer rabiar a los demás, que sin carecer tampoco de ella, tienen bastante franqueza y viveza. La dulzura es siempre fingida cuando no aplaca. ¿Qué será pues cuando agria y enoja? Puede muy bien tenerse bondad sin dulzura, pero es imposible tener una dulzura verdadera sin una gran bondad. El orgullo excluye siempre la dulzura, porque es demasiado irritable y puntuoso para aliarse con la indulgencia.

- Se ama en la juventud con toda su fuerza; y con toda su debilidad cuando se ha pasado ya de los cuarenta.

- La naturalidad es tan preciosa en la sociedad, que aun agrada a los hombres poseídos de afectación.

- La urbanidad de las personas naturales es muy particularmente seductora, porque nada tiene de seco y de violento, y presenta todo el encanto de la benevolencia. La de las personas afectadas es ceremoniosa, erguida y embarazosa. Imposible es ser urbano con mucho orgullo y grandes pretensiones; porque hay siempre un gran fondo de artificio que constantemente se descubre.

-Mal carácter es el del cuentista, ha dicho Labruyere. No hay cosa más cierta en general, respecto a los cuentistas de profesión; pero el saber contar con gracia, es un talento encantador, cuando se usa de él con oportunidad. Es necesario perdonar a los ancianos el ser más contadores que nunca en este siglo, porque han visto más cosas en sesenta años, que las que antes producían doscientos.