Urbanidad del habla y de la pronunciación
Para hablar bien y hacerse entender por los demás, es preciso abrir perfectamente la boca, y tener cuidado de no apresurarse al hablar
Urbanidad del habla y de la pronunciación
Aquella urbanidad
Como en el habla intervienen la boca, los labios, los dientes y la lengua, parece que éste es el lugar en que se debe hablar de ello.
Para hablar bien y hacerse entender por los demás, es preciso abrir perfectamente la boca, y tener cuidado de no apresurarse al hablar, y de no decir ni una sola palabra con atolondramiento o a la ligera; esto impide que se pronuncie bien, sobre todo a los que son de temperamento activo.
Hablar suavemente
Cuando se habla hay que procurar adoptar un tono de voz suave y reposado, y suficientemente alto, para poder ser oído por aquellos a quienes se habla, pues sólo se habla para hacerse oír. Con todo, es contrario a la urbanidad gritar al hablar, o usar un tono de voz demasiado alto, como si se hablase a sordos.
Una cosa en la que hay que poner mucho cuidado al hablar es evitar en la voz cualquier manifestación de rudeza, acritud o altivez, sea cual sea la persona a quien se hable; siempre hay que hacerlo con cierto aire de bondad y amabilidad.
Es ridículo hablar de nariz, y para que el mal estado de la nariz no dé ocasión de hacerlo, hay que tener cuidado de que no se encuentre obstruida, y que siempre esté muy limpia y sin suciedad.
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Quienes tienen la lengua muy torpe y quieren corregirse de este defecto deben procurar reforzar la voz, insistiendo con energía en las letras o sílabas que no pueden pronunciar bien; esto, al menos, hará que la pronunciación les resulte más fácil.
Es importante aplicarse a corregir estos defectos en temprana edad, pues luego es casi imposible eliminar la costumbre de hablar de cierto modo, que se ha adquirido; y aunque en edad más avanzada se vea claramente que es defectuoso y desagradable, no puede uno abandonarlo y cambiarlo por otro.
No es decoroso hablar solo. Eso es, incluso, algo que no se debe hacer habitualmente, y que sólo es propio de un hombre apasionado o poco inteligente, o de alguien que medita alguna cosa dentro de sí y forma proyectos sobre lo que le atañe y sobre las medidas para realizarlo.
Tener una buena pronunciación
Una de las cosas más importantes cuando se habla, es hacer sonar perfectamente cada letra y cada sílaba, y pronunciar todas las palabras separadamente unas de otras.
Tampoco hay que descuidar pronunciar la consonante en que termina una palabra, cuando dicha palabra va seguida de otra que comienza por vocal; y, por el contrario, no se debe pronunciar la consonante final cuando la primera letra de la palabra siguiente es también una consonante.
Hay dos tipos de defectos que deben evitarse en la pronunciación; unos se refieren a la pronunciación en sí misma; otros se refieren al modo de pronunciar.
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En lo que respecta a la pronunciación en las conversaciones ordinarias, es preciso que sea igual y uniforme, y que no se cambie de tono a cada momento, como haría un predicador. Es preciso también que sea firme, de manera que no se baje al final de las palabras; por el contrario, hay que esforzarse para pronunciar con más intensidad el final de las palabras y de las frases que el comienzo, para que siempre pueda ser uno bien oído. También se necesita que sea completa, sin dejar de pronunciar perfectamente ni una sola letra ni sílaba. Y se necesita, en fin, que sea de tal modo exacta que no se cambie nunca una letra por otra.
Hay varios modos de pronunciar que son muy indecorosos. Hay quienes pronuncian con cierta flojedad, lentitud e incluso languidez; la gente que pronuncia así es muy desagradable y parece que al hablar se estuvieran siempre quejando. Este modo de hablar denota en ellos mucho descuido y flojedad en su comportamiento. Este defecto es más frecuente, y también más tolerable, en las mujeres que en los hombres; con todo, no hay nada que no deban intentar para corregirse.
Hay otros cuya pronunciación es pesada y tosca; es propia de gente rústica; sólo pueden corregir ese defecto suavizando el tono de voz, sin hacer que suenen tan fuerte las palabras y las sílabas.
Los hay cuya manera de pronunciar es dura y brusca, y ese modo de hablar es muy indecoroso. Para abandonarlo hay que hablar siempre con suavidad, atento a sí mismo, y mostrando amabilidad hacia los demás.
Otros tienen una pronunciación aguda y precipitada. El medio que pueden emplear para cambiarla es tomar siempre un tono de voz firme y aplicarse a pronunciar todas las sílabas claramente y con atención.
La pronunciación francesa ha de ser al mismo tiempo firme, suave y agradable. Para aprender a pronunciar bien, hay que comenzar por hablar poco, decir todas las palabras una tras otra, con moderación, pronunciar con claridad todas las sílabas y todas las palabras. Y, sobre todo, no conversar sino con personas que hablen correctamente y que pronuncien bien.