Buenos modales en la escuela o clases de estudio
En el colegio el niño bien educado debe tener buen comportamiento con sus profesores y compañeros
Cómo comportarse en la escuela y durante las clases
Aquella urbanidad
En ninguna parte se dan a conocer más los buenos principios de la juventud, que en la escuela.
Allí es necesario tener presente que va a aprender lo que con el tiempo será el fundamento de su bienestar; por consiguiente, es indispensable ser dóciles a las advertencias de los maestros, prestar suma atención a ellas, incomodar ni distraer a los compañeros, resignarse a las penas que se les impongan, y en caso de creer no haberlas merecido, hacerlo presente con moderación.
El niño orgulloso no es digno de consideración alguna; debe desconocer este vicio, convenciéndose los niños de que los maestros solo desean su bien, y de que el único medio de evitar reprensiones o castigos es cabalmente el más fácil y que menos trabajo les puede costar; tal es el respetar a los maestros, recibir y aprovechar con gusto sus consejos.
Si durante la clase entrasen a visitarla personas extrañas, la buena crianza exige que los niños se levanten y permanezcan en pie hasta que se les prevenga lo contrario; si alguno fuere preguntado, debe contestar sin moverse de su sitio, con desembarazo, y sin extenderse a más de lo que se le pregunte, guardando los demás la mayor compustura y silencio.
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Reírse, hablar entre sí, empujarse, o pellizcarse, cuando personas extrañas visiten la clase, es prueba de poca educación.
Los alumnos entre sí deben tratarse con urbanidad; en los casos en que uno necesite de otro, debe decirle ante todo, "hazme el favor", o "hágame Vd. el favor de tal o cual cosa", y al obtenerlo, dar por ello las "gracias".
Han de tratarse recíprocamente con dulzura, y sin usar palabras groseras, porque, acostumbrándose a ellas, ningún trabajo les costará hacer lo propio cuando, siendo mayores, deban comunicarse con personas iguales o de mayor categoría.
Al salir de las clases deben hacerlo con orden; da muy mala idea de los niños el verles salir en tropel y alborotando; para jugar y explayar el ánimo no es aquel el momento más propio.