Caja de tabaco.
No toméis pues tabaco; pero si este gusto se os ha hecho una necesidad indispensable, ocultaos cuando debáis satisfacerle.
Objetos de capricho.
Caja de tabaco.
Desde el tiempo de Moliere se hacía rechifla de las narices sucias con el tabaco, y con razón; porque ni la misma pipa, de la que las señoras tienen tanto miedo, ofrece un disgusto tan grande a un olfato fino como la tabaquera y sus resultados.
En unos, aquel polvo sucio causa un gangueo insoportable; en otros, cuyo cerebro excita continuamente, se ve que tienen que valerse de un pañuelo a cada paso, y dejar cortado un período elocuentemente empezado, por la necesidad de estornudar.
Es cierto que algunos grandes hombres han tomado mucho tabaco; testigo el gran Federico, de quien quiso ser mono Napoleón. En el día la Francia encierra más de seis millones de monos de esta especie.
No toméis pues tabaco; pero si este gusto se os ha hecho una necesidad indispensable, ocultaos cuando debáis satisfacerle, y en esto seguid discretamente la costumbre o el uso de aquellos entre quienes os halléis.