La forma de andar.
El paso apresurado es mal visto, así como el pesado, el artificioso y femenil da a entender soberbia o livianidad.
La forma de andar.
El paso apresurado es mal visto, así como el pesado, el artificioso y femenil da a entender soberbia o livianidad. Menear el cuerpo, o ir inclinado, o demasiado erguido, es ridículo, como también lo es arrastrar o frisar con los pies.
Es suma descortesía manosear o arrancar las flores y los frutos de algún jardín, o cosa semejante, si para ello no instaren los dueños.
El niño, no se parará yendo con personas de distinción, sino cuando ellas se detuviesen, no irá adelante, ni a la par con ellas, sino un poco atrás; no dará la vuelta primero, ni les dará la espalda.
Entre iguales, si se pasearen tres juntos, al volver ocupará el medio, quien iba a la derecha del que la deja; si son cuatro, los dos de afuera entran dentro, sin a nadie la espalda.
También, como se dijo anteriormente, el ceder la acera o la derecha al más condecorado es acto indispensable de la urbanidad. El correr y pararse a hablar con inferiores en la calle, dejando solo al mayor, es impolítica.
Cruzar los pies estando parados, o echar plantas como dicen, es rusticidad y arrogancia. Llevar la cabeza y la vista hacia todas partes con curiosidad, admirarse y hacer aspavientos, es ligereza y sandez.
El examinar su persona, mirar con frecuencia los zapatos, sacar sin necesidad el pañuelo para limpiarse, fregarse por la cara, las narices, etc., es descortesía y presunción.