La urbanidad de los niños en las visitas. II
Los niños tienen que aprender a comportarse tanto cuando van de visita como cuando reciben una visita en su casa
La urbanidad de los niños en las visitas
Aquella urbanidad
Y cuando tú seas el visitado ¿cómo habrás de recibir a quien te visita?
No haciéndome espera en manera alguna, a no ser que me lo precise el no estar vestido con la debida decencia, en cuyo caso suplicaré se me dispense un momento.
Y ¿qué consideraciones deben guardarse con las autoridades y personas a quienes debemos nuestros respetos cuando vienen a visitarnos?
Las de salir a recibirlas al tiempo de su llegada, y acompañarlas hasta la escalera en el acto de la despedida, usando de maneras finas y corteses en la manifestación de nuestros respetos.
Y cuando la reunión o visita es de franqueza y amistad completa ¿habrás de prescindir de toda etiqueta?
No Señor, porque precisamente en estas reuniones es donde se debe con más propiedad manifestar la verdadera cortesanía.
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Y ¿no será permitido tener aquellos actos expansivos de saludarse con palmadas en la espalda, decirse motes, usar de chanzas, hacerse gestos, reírse a carcajadas o cosas por el estilo?
No Señor, porque si bien pueden tolerarse entre personas de mucha familiaridad, siempre son expuestos a disgustos, atendida la disposición del que los reciba.
Y eso de interrumpirse en las conversaciones, leer los papeles que otro escribe, examinar su dinero cuando lo cuenta, llamar a gritos a las personas, hablar al oído en presencia de otros o en algún dialecto extraño ¿qué le parece?
Que son acciones muy poco dignas, y que a todo trance deben evitarse para no manifestar con ellas descortesía y arrogancia.
Pues ¿cómo te producirás aún en medio de la franqueza?
Agradable y cariñosamente con todos, guardando con mis maneras aquellas consideraciones que yo quisiera se me tuvieran.
¿De qué fórmulas usarás, pues, cuando hubieres de pedir alguna cosa para manifestarte cortes en medio de la franqueza?
De aquellas que más bien indiquen súplica que mandato, como por ejemplo: "¿me hará Usted el favor, o me harás el favor, el obsequio o la fineza de... o tendrá Usted la amabilidad de hacer o decir tal o cual cosa?".
Y cuando te llamaren ¿cómo responderás?
Según la relación que tenga con la persona que lo hace: "Servidor de Usted, o mande Usted" diré si soy llamado por algún superior; si por alguno de mis Señores padres jamás omitiré la expresión de "Señor o Señora", y si por algún igual, "aquí estoy a tu disposición" o cosa semejante.
¿Qué acciones evitarás por fin entre toda clase de personas, y aún con las de mayor confianza?
Todas las que indiquen grosería o poca decencia, como la de hurgarse los oídos o las narices con los dedos, sonarlas con ellos, cortarse las uñas, etc., etc., así como también todas aquellas que rayen en el extremo opuesto, cuales son la demasiada afectación en los cumplimientos, la adulación y la zalamería, porque no es menor el disgusto que la falsa humildad produce, que el fastidio y el enfado que la rusticidad ocasiona.
- La urbanidad de los niños en las visitas.
- La urbanidad de los niños en las visitas. II.