Urbanidad de las entrevistas y de la conversación.
Los hombres que vienen a este mundo, puesto que siempre tienen relación entre ellos, están obligados a conversar y a hablar a menudo unos con otros.
Urbanidad de las entrevistas y de la conversación.
Los hombres que vienen a este mundo, puesto que siempre tienen relación entre ellos, están obligados a conversar y a hablar a menudo unos con otros. Por eso, la conversación es una de las cosas sobre las cuales la urbanidad establece más reglas; y exige que los cristianos sean extremadamente circunspectos en sus palabras.
Ése es el consejo que les da Santiago en su epístola. También el Sabio quiere que esta circunspección sea tan grande, que a pesar de que conoce la estima que el mundo tiene por el oro y la plata, pide, con todo, que se prefiera la atención que se ha de prestar a las palabras, a la natural afición que los hombres sienten a guardar su oro o su plata; y dice que hay que fundir el oro y la plata y hacer con ellos una balanza para pesar sus palabras. Y, sin duda, lo dice con motivo, ya que, como afirma el mismo apóstol Santiago, puede asegurarse que el hombre es perfecto cuando no comete pecado al hablar.
Hay que estar también persuadido que quien en sus palabras no comete faltas contra la urbanidad, conoce perfectamente cómo hay que vivir en el mundo y observa una conducta externa muy sensata y regulada.
La circunspección que se ha de tener en las palabras exige que vayan acompañadas de ciertas condiciones, de las que se trata en otros artículos.