Urbanidad de las rodillas, piernas y pies.

La urbanidad exige que cuando se está sentado se tengan las rodillas en su postura natural.

Reglas de cortesía y urbanidad cristiana para uso de las escuela cristianas.

 

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Urbanidad de las rodillas, piernas y pies.

La urbanidad exige que cuando se está sentado se tengan las rodillas en su postura natural; es poco decoroso apretarlas demasiado o separarlas mucho; pero, sobre todo, es de mal gusto cruzarlas una sobre otra, principalmente cuando uno se halla con mujeres.

Está muy mal visto mover las piernas cuando se está sentado, pero es algo inadmisible balancearlas; no se debe permitir nunca, ni siquiera a los niños, por lo opuesto que es a la cortesía.

Poner las piernas una sobre otra es de muy mal gusto; no hay que hacerlo nunca, ni siquiera delante de los propios criados.

Hay que cuidar de no tener los pies sudorosos y que no despidan malos olores, particularmente durante el verano, pues a veces resulta algo muy molesto para los demás; para que este inconveniente no suceda, hay que cuidar de tener siempre los pies muy limpios.

Cuando se está de pie la educación exige tener los pies en ángulo hacia fuera, y los talones separados y alejados unos cuatro dedos uno de otro; es indecoroso mover los pies con frecuencia, y mucho más golpear con los pies el suelo, como hacen los caballos.

Quienes poseen espíritu soñador y ligero, por naturaleza, deben poner mucha atención sobre sí mismos para no incurrir en este tipo de defectos.

Es postura que denota dejadez poner los pies extendidos hacia delante, y apoyarse ya sobre un pie, ya sobre el otro.

Cuando se está con otros no hay que aparentar cansancio de estar de pie, como se puede juzgar por esos tipos de posturas, principalmente cuando uno se halla con personas que por su calidad o por su dignidad, son superiores.

De lo que hay que tener particularmente cuidado en la postura de los pies, cuando se está sentado, es no golpear el suelo, golpe tras golpe, uno tras otro, como si se estuviera tocando el tambor; no agitarlos ni batirlos por broma; eso es infantil y no se debe consentir ni siquiera a los niños; no cruzarlos uno sobre el otro, no doblarlos poniendo la parte del talón o el tobillo del pie en el suelo, y no levantar la punta de los pies; sino que se deben posar los dos totalmente en el suelo, y mantenerlos fijamente quietos.

También hay que tener cuidado de no separar los talones, y de no poner la parte anterior y la punta de los pies una contra otra.

Se pueden cometer faltas importantes contra la cortesía en relación con los pies cuando se camina, pues entonces es muy poco educado arrastrar los pies o llevarlos atravesados; también hay que tener cuidado de no llevarlos demasiado hacia dentro o demasiado hacia fuera; es poco educado caminar de puntillas; y no lo es menos caminar a saltos, como si se bailara, o rozar los talones, uno contra otro. Es totalmente contrario al decoro y a la modestia golpear rudamente con los pies la tierra, el pavimento o el entarimado.

Cuando se está de rodillas hay que evitar con cuidado cruzar los pies; tampoco hay que apretarlos ni separarlos demasiado; es vergonzoso sentarse entonces sobre los talones; es señal de un corazón afeminado y bajeza de espíritu, y sólo puede ser efecto de mucho descuido y de flojedad totalmente sensual.

Es muy poco educado e incluso vergonzoso, dar puntapiés a otros, en cualquier parte del cuerpo que sea; esto no se le puede consentir a nadie, ni siquiera a un padre respecto de sus sirvientes.

Este tipo de castigo es propio de un hombre violento y apasionado, y no de un cristiano, que sólo debe tener y manifestar mansedumbre, moderación y bondad en toda su conducta.