En Madrid se hace buen protocolo.
El protocolo, es una herramienta de comunicación.
No aprueba que la ministra de Defensa, Carme Chacón, fuera con pantalones a la última fiesta de la Pascua Militar y sabe perfectamente que en la mesa de un musulmán no se puede poner ni jamón ni vino. Apuesta por la escritura a mano para las felicitaciones y los agradecimientos y cree en el código de los colores a la hora de vestirse. Hablamos de Pilar Fernández Olivencia, que acaba de recibir la Medalla de Oro a «Toda una trayectotoria Profesional» que otorga la Escuela Internacional de Protocolo de Madrid.
Lleva Pilar así como unos veinte años metida en protocolos. Ahora mismo ejerce como jefa de ese oficio en la Consejería de Transportes e Infraestructuras del Gobierno regional. Por cierto, su gesto no puede ser más picarón cuando le preguntamos su parecer por la primera aparición pública de Esperanza Aguirre, con aquellos calcetines, nada más pasar el susto de los atentados de Bombay.
«El protocolo -nos dice- es una herramienta de comunicación. En tu casa haces protocolo porque se trata de conseguir que cada persona se sienta única. En España, y en Madrid, se hace muy buen protocolo».
-Dicho así, suena fácil.
-Y lo es. Tan fácil como utilizar siempre la sonrisa que, además, es lo más barato y efectivo; perdura en el tiempo. Con ella, con la sonrisa puesta, has de lograr que nadie se sienta perdido en un acto, o en una comida, o en una reunión de Estado.
"En tu casa haces protocolo porque se trata de conseguir que cada persona se sienta única"
Disfruta esta mujer hablando de su profesión. Ha pasado por el Ministerio de Economía y Hacienda. Ahora, también da clases en Universidades como la Complutense y la Francisco de Vitoria. «El protocolo, engancha», asegura. «Son muchas cosas. Es difícil, es fácil. En realidad, se trata de una mezcla de sentido común y de cariño. ¡Y saber trabajar en equipo! Es importantísimo. En mi caso, trabajar con el departamento de Prensa, con seguridad y con los gabinetes».
Regalos y costumbres.
Afirma Pilar que el protocolo más complicado es aquel que te obliga a tratar con personas de otras culturas y otras religiones. «Y ahí está la profesionalidad y el sentido común: informarse muy bien de las costumbres de tus invitados. En este sentido, es vital un trato directo con las embajadas. Un acto sale redondo cuando todo se desarrolla de forma sencilla, normal y todos se van contentos».
Los regalos son, para Pilar, una especie de punto y aparte. También precisa dotes de sentido común. El regalo, muchas veces, es una parte importante del protocolo. «¡Por Dios!, que a nadie se le ocurra regalar cristal o un libro de cuatro kilos a quien tiene que viajar en avión». Parece de Perogrullo pero pasa mucho.
¿El protocolo está para saltarselo? «Los Reyes -dice Pilar- se lo saltan y les hace más humanos. Les hemos visto llorar... El protocolo no es alejar sino acercar».